Hace poquitos días que he llegado de Lisboa y, como ya va siendo costumbre en mí, me apetece hablar de esa ciudad para compartir impresiones con quienes ya la conozcan, para motivar -o desmotivar- a quienes no la conozcan y para servir de ayuda, en lo que se pueda, a los que vayan a visitarla próximamente.
Dentro de la ciudad, los barrios turísticos son cuatro, cada uno de ellos con una personalidad muy marcada y muy distinta a la del resto, así que hablaré de cada uno de los barrios, indicando lo más destacado de ellos. Al final también os pondré qué planificación hicimos nosotros para visitar Lisboa en cuatro días, por si a alguien le puede ayudar la forma en que nos organizamos.
Contenido de la Guía
Cómo organizamos nuestro viaje a Lisboa en 4 días
Aunque os dejo aquí el planning, luego hablaré de cada uno de los lugares de forma individual por si queréis conocer más sobre ellos:
Llegamos un viernes, bastante pronto, y marchamos un lunes por la noche, así que prácticamente estuvimos cuatro días enteros.
- El primer día vimos la Avenida da Liberdade, la Praça dos Restauradores, el Rossio, la Praça da Figueira, la rua Augusta, la Praça do Comércio, el elevador de Santa Justa y el Castelo de Sao Jorge.
- El segundo día vimos las iglesias de Santa Engracia y de Sao Vicente da Fora, la feira da Ladra (porque era sábado), el miradouro de Santa Luzia, la Sé, la iglesia de Santo António à Sé, la Casa dos Bicos, la basílica da Estrela, el Jardim da Estrela e hicimos todo el recorrido del tranvía 28.
- El tercer día, domingo, aprovechamos para ir a Belém, ya que allí la mayoría de los monumentos son gratis los domingos por la mañana, y vimos la Torre de Belém, el monasterio de los Jerónimos, el Monumento a los descubrimientos y el jardín botánico da Ayuda.
- Y el cuarto día fuimos al parque Eduardo VII, al parque das Naçoes y al Oceanário.
Como ya digo, Lisboa se alza sobre siete colinas, como Roma, pero con la diferencia de que las colinas de Lisboa son más altas, con lo que las cuestas a subir son mayores y, algunas de ellas, bastante duras. La ventaja de recorrer Lisboa a pie es que se hace ejercicio, concretamente en la zona de los muslos y de los glúteos, lo que no está mal aunque acabes sin aliento.
La Alfama
Es el barrio más antiguo de Lisboa y el que tiene más encanto de todos, a mi parecer, aunque también es el más escarpado. El barrio tiene su origen en los tiempos de los árabes y empezó a construirse alrededor del Castelo de Sao (en esta «a» iría un palito como los de la «ñ» pero creo que mi teclado no está preparado para el portugués) Jorge y su decadencia empezó en la Edad Media, cuando los habitantes más ricos se trasladaron al oeste de la ciudad.
No podéis dejar de pasear por las callejuelas de la Alfama y ver cómo la vida parece detenida en los años 50 o 60, la gente tiende la ropa en la calle, o convierte el callejón de al lado de la casa en un trastero al aire libre, sin miedo a los ladrones, se pone a preparar una barbacoa en medio de una estrecha calle o simplemente se sienta a la puerta de sus casas.
Es un barrio muy bonito para visitarlo pero no debe ser muy cómodo vivir en él, la mayoría de los edificios no están bien conservados, apenas hay calles a las que se puede acceder en coche y las cuestas son de impresión, y más si se vuelve cargado con la compra.
Miradouro de Santa Luzia: Es el mirador que está junto a la iglesia de Santa Luzia y las vistas valen la pena, además, aunque subir andando supone un esfuerzo, se puede llegar con el tranvía 28. Ofrece una bonita vista sobre la Alfama y sobre el río Tajo (Tejo para los portugueses).
Sao Vicente de Fora: Es la iglesia dedicada al patrón de Lisboa, llamada «de fora» porque las reliquias del santo fueron traídas de fuera y porque se construyó fuera de las murallas de la ciudad. La entrada vale 4€.
Feira da Ladra: Es un mercadillo que sólo funciona los sábados, llamado «de los ladrones» porque antaño se vendían cosas robadas. Si coincide que estáis por ahí, bien, pero no merece la pena organizar el viaje para coincidir con el mercadillo.
Santa Engrácia: Es una iglesia hermanada con la Sagrada Familia, ya que tardó muchos años en ser terminada (según la guía de El País Aguilar lo está, una mujer nos dijo que no), por lo que los lisboetas, cuando algo se alarga, dicen que parece las obras de Santa Engracia, lo mismito que decimos los barceloneses con la Sagrada Familia. La iglesia se empezó a construir en 1682 y se terminó, según la guía, en 1966. No sé lo que vale la entrada, ya que no entramos.
Casa dos Bicos: Es un palacio cubierto de piedras en forma de pico que fue construido para el hijo ilegítimo de un virrey de la India. Hay exposiciones gratuitas en la planta baja, pero sólo de lunes a viernes.
Sé: Es la catedral, que se empezó a construir en 1150, y resultó dañada por un terremoto en el siglo XIV y por el famoso terremoto de 1755, que arrasó la ciudad. Su fachada es románica pero su interior y su claustro es gótico, cuyo suelo está todo levantado porque se encontraron restos romanos y árabes. La entrada es gratis pero hay que pagar para entrar en el claustro y para ver el tesoro, son dos billetes independientes, ver el claustro vale 2’50€, no tengo ni idea del precio de la entrada para ver el tesoro.
Santo António à Sé: Es una pequeña iglesia construida en el lugar en que se cree que nació San Antoio de Padua, que se llama así porque murió en esa ciudad pero nació en Lisboa. La iglesia original se derrumbó tras el terremoto de 1755 y de ella sólo queda la cripta.
Castelo de Sao Jorge: Es de visita imprescindible. En su origen era una ciudadela sobre una colina pero tras la reconquista de Lisboa a los árabes, en 1147, el rey Alfonso Henriques la transformó en residencia de los reyes de Portugal, tomando el aspecto que tiene hoy día. Fue residencia de los reyes hasta que en 1511 Manuel I hizo construir un palacio en lo que es hoy la Praça do Comércio y pasó a usarse como prisión y almacén de armas. Quedó destruido con el terremoto de 1755 y se empezó a reconstruir en 1938.
Las vistas desde el castillo son increíbles y, además, podréis visitar la Torre de Ulises, una torre oscura en la que hay instalada una máquina, según un diseño de Leonardo da Vinci, que es como un periscopio que, con un sistema de espejos, permite ver toda la ciudad en tiempo real. También hay una exposición sobre la historia de la ciudad, Olispónia, que estaba cerrada sin justificación alguna y que no pudimos ver. La entrada al castillo vale 5€.
La Baixa
El Marqués de Pombal fue quien diseñó esta parte de la ciudad, que había quedado completamente arrasada después del terremoto de 1755. Es una zona que une la Praça do Comércio con el Rossio, con calles que recibieron el nombre de los artesanos que tenían allí sus negocios. Un poco más arriba, está la Praça dos Restauradores, en la que destaca un obelisco erigido en 1886 que conmemora la independencia de Portugal frente a España en 1640, y la Avenida da Liberdade, un agradable paseo construido por orden del Marqués de Pombal, aunque en un inicio sólo podían acceder a él los miembros de la alta sociedad. El paseo actual se construyó entre 1879 y 1882, eliminando los muros, al estilo de los Campos Elíseos.
Rossio: En realidad se llama Praça de Dom Pedro IV y es el centro neurálgico de Lisboa, ha servido para corrida de toros, desfiles militares, festejos públicos y autos de fe durante la Inquisición. Es una plaza agradable, llena de gente, de cafés, de bares…
Elevador de Santa Justa: Esta torre fue construida por Raoul Nesnier du Ponsard, alumno de Eiffel, y lo cierto es que el elevador le da un aire a la torre. Se trata del único elevador vertical de Lisboa y salva una distancia de 32 metros entre la Baixa, Chiado y el Bairro Alto. Su funcionamiento se inició en 1902 y ha seguido funcionando ininterrumpidamente desde entonces. Salva una distancia importante, pero a pie, dando un rodeo, el desnivel se supera fácilmente andando. Es decir, a día de hoy su permanencia no es tanta como función de elevador sino como monumento turístico, en el que se forman largas colas, ya que aunque hay dos ascensores sólo funciona uno cada vez, ignoro el motivo. Arriba del todo hay una cafetería y unas vistas magníficas sobre Lisboa, al caer el día el espectáculo es más bonito todavía. Tras salir del ascensor, desde la pasarela que te deja en el Bairro Alto, se pueden ver las ruinas de la iglesia do Carmo. El billete para subir vale 2’80€ y sirve para dos trayectos, subida y bajada, aunque nosotros hicimos dos veces la subida y no hubo problema. Si tenéis el abono de transporte de un día los trayectos en el elevador están incluidos.
Praça do Comércio: Conocida también como «Terreiro do Paço» (plaza de palacio), en esta plaza estuvo durante 400 años el palacio real, que fue derruido, junto con la biblioteca, por el terremoto de 1755. La plaza fue reconstruida según el proyecto del Marqués de Pombal, rodeada de amplios edificios porticados en tres de sus costados, quedando el cuarto abierto a la desembocadura del Tajo, que de tan grande que se ve se confunde con el mar. A la plaza se accede desde diferentes calles, pero la entrada más impresionante es desde la Rua Augusta, pasando por debajo del Arco de Triunfo.
Chiado-Bairro Alto-Estrela
El Chiado es una zona reducida, alrededor de la calle Garrett. Hay duda sobre el origen del nombre del barrio, podría ser derivado del chirriar («chiar») de las ruedas de los carros que subían por las cuestas de la zona o del apodo del poeta António Ribeiro, «O Chiado». Era un barrio de intelectuales, en el café A Brasileira de la calle Garrett encontramos, por ejemplo, una escultura de Pessoa sentado en una de las mesas del café, que solía frecuentar. La calle Garrett es una calle elegante, llena de tiendas, cafés y librerías.
El Chiado es el desnivel que salvas al subir en el elevador de Santa Justa, entre la Baixa y el Bairro Alto.
En la zona destaca la iglesia de Sao Roque y la iglesia do Carmo, en ruinas desde el terremoto de 1755. No se ha restaurado desde entonces porque los lisboetas han querido conservarla así, como un recuerdo del terrible terremoto y de sus consecuencias, la cuidan, la mantienen, pero nunca han reconstruido su techo. Desde la pasarela del elevador se ven las ruinas de la iglesia y se puede entrar y visitar el Museo Arqueológico; la entrada vale 2’50€.
Por cierto, el barrio del Chiado se quemó en el incendio del 1988, que destruyó varios edificios del siglo XVIII.
El Bairro Alto se inicia más o menos en las calles que parten de la plaza de delante de la iglesia do Carmo. Los primeros pobladores del barrio fueron los lisboetas adinerados que fueron marchando de la Alfama decadente, aunque en el siglo XIX este barrio también cayó en la decadencia y la prostitución. Actualmente es un barrio muy animado, con muchos bares y restaurantes, y con edificios algo destartalados.
Nosotros cenamos en el Bairro Alto las tres noches que pasamos en Lisboa y cenamos muy bien, así que os dejo aquí anotado los sitios en los que cenamos, por si os interesa. Por cierto, en relación a la comida conviene saber que en todos los restaurantes nos ofrecerán entrantes, aunque no los hayamos pedido, pan, mantequilla, quesos, paté de atún. No es gratis, no es una gentileza de la casa, si no los queréis ni los toquéis, para que no os lo cobren, o pedid que lo retiren. Y si los queréis, adelante, pero siempre sabiendo que se van a incluir en la cuenta.
También cenamos en Estalagem dos Capotes Brancos (rua Diário de Notícias, 151), aquí también cenamos muy bien, el local es más amplio y tuvimos más intimidad, y nos salió todo (a la carta y con vino de la casa, muy bueno también) por unos 33€, el mero, estupendo, valía sólo 8€.
Queríamos ir a A tasca do chico porque en la guía ponía que era de los mejores y no cobra consumición mínima, pero sólo hay fados lunes y miércoles, y era domingo, así que nos decidimos por Canto do Camoes, la consumición mínima son 12€ por persona, que incluye dos bebidas y el espectáculo, pero si vas a cenar lógicamente no hay que pagar los 12€. Íbamos mentalizados de que sería más caro y la comida peor que en otros sitios, pero lo cierto es que cenamos genial y no fue mucho más caro, nos salió por unos 50€, también a la carta y con vino de la casa. El plato de bacalao que se comió mi marido era increíble. Y el espectáculo de fado estuvo muy bien, no tenemos con qué comparar porque no hemos ido a esos otros sitios más auténticos, pero nos gustó, que es lo que cuenta.
Cerca hay otro de los muchos miradores de la ciudad, el miradouro de Santa Catarina, en el que las vistas sobre el ponte de 25 de abril y el Cristo Rei son espectaculares, sobretodo de noche, ya que están iluminados. Si vais en fin de semana encontraréis a mucha gente de botellón, con sus guitarras y bongos, en plan tranquilos. Estuvimos un buen rato disfruntando las vistas, lástima del fuerte viento, demasiado frío para el mes de agosto…
El barrio de la Estrela está algo más alejado del centro y es una zona más elegante, donde está el Parlamento y las embajadas.
El Palácio de Sao Bento es el Parlamento de Portugal, un edificio de estilo neoclásico construido donde antes estaba emplazado el monasterio de Sao Bento. Lógicamente, sólo se puede visitar previa solicitud, y no la deben dar a cualquier turista, así que ni lo intentamos.
El barrio gira entorno de la Basílica da Estrela, cuya construcción empezó en 1779, encargada por María I como agradecimiento por el nacimiento de su heredero, que, sin embargo, murió antes de la finalización de las obras en 1790.
Al lado de la basílica está el Jardim da Estrela, un bonito jardín, lleno de familias con niños, en el que hay un par de lagos con patos y carpas y una pérgola para conciertos de música.
Por esta zona podréis coger el tranvía 28, en el inicio, y hacer todo el recorrido cómodamente sentados.
Belém
Este barrio queda bastante alejado del centro, para ir andando diría que es demasiado lejos, por lo que recomiendo ir en transporte público, entre otros llega el tranvía 15, que sale de la Praça de Comércio, o el bus 727, que pasa por la zona cercana a la Praça Marqués de Pombal.
Este barrio está en la desembocadura del Tajo, en el punto en el que las carabelas salían a la mar en busca del nuevo mundo. Es curioso porque el río se ha ido alejando con los años, antes llegaba casi al Monasterio y la Torre de Belém quedaba dentro del agua, mientras que ahora está en la orilla.
Palácio de Belém: Es el palacio en el que se encontraba la familia real cuando ocurrió el terremoto de 1755, hecho que hizo que salvaran la vida. Actualmente es la residencia del Presidente de la República.
Museo Nacional dos Coches: Ocupa parte del Palacio de Belém y tiene una de las mejores colecciones de carruajes de Europa. La entrada vale 4€, pero es gratis los domingos de 10 a 14h.
Mosteiro dos Jerónimos: Es de estilo manuelino (recibe el nombre por el rey Manuel I) y se inició su construcción en el año 1501, tras el regreso de Vasco de Gama de su viaje. Se construyó con el llamado «impuesto de la pimienta», un impuesto sobre las especias, el oro y las piedras preciosas. El monasterio fue ocupado por la orden de San Jerónimo hasta 1834, cuando se desamortizaron las órdenes religiosas.
Lo más espectacular es el claustro, de dos pisos, desde el cual puedes visitar algunas de las estancias del monasterio, como el refectorio, la sala capitular o la tumba de Vasco de Gama.
La iglesia es una mezcla de estilos, es gótico manuelino pero le fueron añadiendo o modificando algunas cosas, como el prebisterio en 1572 por orden de la esposa de Joao III, que parece un pegote.
En el ala moderna del monasterio, de 1850, de estilo neomanuelino, está ubicado el Museo Nacional de Arqueología.
La entrada es gratuita los domingos de 10 a 14h, por lo que no puedo decir con exactitud qué vale la misma. Sé que hay varios tipos de billetes, uno de 10€, que debe ser la visita completa más la visita del Palacio Nacional da Ajuda, otra de 8€, otra de 6€, que no sé qué incluyen y otra de 4€, sólo para el museo, pero ya digo que no estoy segura.
Monumento a los descubrimientos: Con una altura de 52 metros, está ubicado a la orilla del río y fue erigido en 1960 para conmemorar el 500 aniversario de la muerte de Enrique el Navegante. Tiene forma de carabela, con el escudo de Portugal a ambos lados y una gran brújula en frente, en el suelo. En ambos lados del monumento hay esculturas de diversas personalidades, como Manuel I, el poeta Camoes, Enrique el Navegante y Fernao Magalhaes, entre otros.
La entrada vale 2’50€ (no es gratis los domingos) y permite ver exposiciones temporales en el sótano, no siempre relacionadas con los descubrimientos, y subir hasta arriba.
Torre de Belém: Era una torre defensiva en medio del río, aunque hoy se encuentra en la orilla, que fue mandada construir por Manuel I en 1515. Marcaba el punto de embarque de los navegantes que partían para descubrir el nuevo mundo, a día de hoy, es el símbolo de Lisboa. Es de estilo gótico manuelino, muy decorada. El salón gótico de debajo de la terraza se usó como almacén de armas y como prisión.
La entrada vale 4€ (gratis los domingos de 10 a 14h) y permite pasear por la terraza, entrar en las atalayas, bajar al sótano, ver una prisión, y subir hasta lo alto de la torre. La vista desde allí es bonita, se ve el Monumento a los descubrimientos con el ponte del 25 de abril (inspirado en el Golden Gate de San Francisco) al fondo, con el monumento a Cristo Rei en la otra orilla.
Palácio Nacional da Ajuda: El palacio original, que fue residencia real cuando Luis I subió al trono en 1861, fue destruido en un incendio en 1795 y se sustituyó por el actual, de estilo neoclásico. La construcción quedó inconclusa porque la familia real tuvo que exiliarse en Brasil en 1807.
La entrada vale 4€ y es gratis los domingos de 10 a 14h.
Jardim Botánico da Ajuda: Fue trazado por Pombal en 1768 y en él crecen 5000 especies procedentes de todos los continentes. El símbolo del jardín es un drago milenario traído de Madeira hace 400 años, que actualmente está ya muy dañado por el tiempo.
Vale la pena pasear por el jardín, es muy tranquilo y agradable, y no hay demasiada gente. Sin embargo, se hecha de menos un mejor mantenimiento, hay plantas y árboles que no tienen ningún cartel con el nombre, otras plantas casi muertas o hace falta ir podando los parterres.
No recuerdo si la entrada era 1’50€ o 2€, y es gratis los domingos de 10 a 14h.
En Belém no podéis dejar de probar los pasteis de Belém, un pastel de hojaldre calentito, relleno de una mezcla de crema, nata y algo más, que se come con canela y azúcar glassé por encima. En todas las pastelerías de la zona los vais a encontrar pero los auténticos son los de la Confeitaria de Belém, que los fabrica desde 1837 a partir de una receta del monasterio de los Jerónimos y cuya receta es secreta y sólo la conocen cuatro personas. Cada pastel vale 0’90€ y están muy buenos. A según qué hora, la cola para comprarlos es espectacular pero no os echéis atrás, avanza rápido y vale la pena esperar un rato.
Otras visitas en Lisboa
Parque de Eduardo VII: No podéis dejar de visitarlo. Es el mayor parque de Lisboa, que se extiende unas 25 hectáreas a continuación de la Avenida da Liberdade.
El parque en sí no tiene nada destacado, lo que es imprescindible es entrar a la Estufa Fría (la entrada vale 1’62€), un invernadero tropical, con muchos caminos, plantas exóticas, arroyos, cascadas y totalmente aislado del ruido de la ciudad. Dentro de la Estufa Fría está la Estufa Quente, un invernadero cálido, en el que, a diferencia de la Estufa Fría, sí se crea artificialmente unas condiciones de temperatura y humedad, con cactus, estanques y más plantas exóticas. Por el clima, en la Estufa Quente es como estar en cualquier bosque de un país tropical, pero sin tener que estar pendiente de los numerosos bichillos que hay en esos países.
El paseo por las dos Estufas es una gozada, no había demasiada gente y es muy relajante. Dado lo poco que cuesta la entrada, si yo fuera lisboeta iría de vez en cuando a pasar la mañana o la tarde, me llevaría un libro y pasaría horas sentada en uno de los numerosos bancos que hay, leyendo en tan magnífico marco.
Parque das Naçoes: Aquí es donde se ubicó la Expo en 1996 y ya que finalmente no fuimos a la Expo de Zaragoza, pasamos a ver lo que queda de la Expo de Lisboa.
Los edificios son espectaculares, muy modernos, y contrastan muchísimo con el resto de la ciudad. La estación de metro de Oriente, diseñada por Santiago Calatrava, es espectacular, igual que el centro comercial que hay enfrente. También se puede ver lo que era el pabellón de Portugal o la torre Vasco da Gama, el edificio más alto de Lisboa.
Oceanário de Lisboa: Fue la atracción principal de la Expo y se mantuvo una vez concluyó la misma. Queda cerca del Parque das Naçoes y está emplazado al final del muelle, rodeado de agua.
Está construido en torno de un enorme tanque central y luego hay cuatro secciones que representan los ecosistemas de los océanos Atlántico, Pacífico, Índico y Antártico.
Bien merece una visita, aunque al ser sólo un oceanario se nos hizo corto y echamos de menos ecosistemas de los diversos mares y de ríos.
Puede que Lisboa no sea la ciudad más bonita que he visitado pero merece ser conocida, es como una dama anciana que en su juventud fue esplendorosa y algo conserva, una ciudad que vivió su mayor momento en otra época y que parece, en cierta manera, anclada en esa época, con edificios antiguos que parece que se caen a trozos. Si os decidís a visitara, espero que todo esto os sirva de ayuda.
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