Quería hablaros de uno de los más famosos carnavales del mundo y que se celebra en una de las ciudades más espectaculares que existen. Yo he tenido la suerte de poder ir dos años consecutivos al carnaval porque estuve viviendo en un pueblo costero de la laguna de Venecia durante mucho tiempo.
El carnaval de Venecia es algo, que en mi opinión, merece la pena ver. Es muy diferente de otros carnavales, en el sentido de que es más frío, menos fiestero, más tranquilo y también como mucho más misterioso.
Lo mejor es el ambiente teatral que envuelve la ciudad durante el carnaval, sobre todo, si hay niebla (algo que es muy normal) porque encontrarte en la Piazza San Marco, rodeada de esos disfraces y máscaras y todo envuelto en la niebla…es una experiencia genial.
Al ambiente de carnaval, con los disfraces y las máscaras se une el ambiente romántico de la ciudad en sí. Venecia es una ciudad fría, de cielo gris y lluvia, y, al mismo tiempo es muy bonita, con los canales, las góndolas las calles como medievales, la plaza de San Marcos, que es una pasada, el cristal de Murano,… Es un lugar muy especial, muy diferente de otros lugares. lo malo de todo esto es que, a veces, según como sople el viento, puede oler mal, pero eso no se puede predecir, como tampoco que se inunde todo, porque, como está construida en el mar, a veces, si llueve mucho todo se inunda y hay que salir a la calle con botas y chubasqueros especiales, pero esto tampoco se puede evitar.
En carnaval, la ciudad se llena de colores y de belleza. Los disfraces son también muy característicos de este carnaval y las máscaras son preciosas, hay algunas un poco inexpresivas que pueden dar un poco de miedo, pero forma parte del encanto general. Luego hay muchas cosas divertidas, como sombreros de muchas formas y colores, gente que va un poco pintas, yo recuerdo que vi unos que iban en un coche de broma por el agua, y me pareció muy gracioso.
Recuerdo que había tanta gente en la plaza que las palomas típicas de la ciudad, no podían posarse en el suelo y volaban sobre nuestras cabezas algo que, con la música clásica que se escuchaba en toda la plaza y la niebla, lo hacía todo aún más especial.
El auténtico ambiente se vive en la Piazza San Marco donde podréis haceros fotos con las personas enmascaradas. Los trajes son preciosos, realizados con caras y coloridas telas que representan los vestidos del siglo XVIII (año en el que el carnaval tiene su mayor apogeo).
Después hay otras plazas, llamadas campos para los venecianos, donde se puede seguir disfrutando del ambiente, quizás menos turístico que en San Marco. En las plazas se celebran actuaciones y bailes, conciertos, concursos de disfraces. Y si tenéis suerte o conocidos, podréis disfrutar de las cenas privadas o espectaculares fiestas en los que veréis los trajes más bonitos de la ciudad.
Quizás si hay algo que tuviera que criticar sería la gran cantidad de turistas que pasean por las calles porque, al ser éstas tan estrechitas, a veces es un poco agobiante. Y también que es tal la cantidad de turistas, que parece que haya muy poca gente disfrazada.
Yo os recomendaría que, al menos, os comprarais una máscara que encontraréis en todos los kioskos que hay por el camino porque así os integraréis un poco en el ambiente y seguro que os lo pasáis genial.
La primera vez que fui al Carnaval, fue con unos amigos venecianos que me llevaron en tren y ya, el hecho de ir a Venecia en tren es un espectáculo por lo que te encuentras nada más salir de la estación (mejor no lo cuento para no estropear la sorpresa a los que viajarán alli la primera vez). Después fuimos hasta la plaza San Marco parándonos en los pequeños bares típicos para tomarnos un vinito y un aperitivo que nos vino muy bien para el frío.
Una de las cosas buenas es que durante el Carnaval, ponen un servicio de trenes nocturnos, así para empezar no tienes que coger el coche y, además, esto te permite poder alojarte en otros sitios como Mestre o Padua y te ahorras un dinerito porque en Venecia durante el Carnaval el precio de las habitaciones sube como la espuma.
En fin, que merece la pena ir aunque sólo sea una vez en la vida.
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