La Mole Antonelliana es el monumento símbolo de la ciudad de Turin, y que toma nombre de su arquitecto, Antonelli. Se encuentra en la Via Montebello, y seguramente todos la hemos visto alguna vez, ya que figura en el reverso de las monedas de 2 céntimos de euro italianas. Ademas fue la inspiración para el logo de los juegos de invierno de Turin.
La construcción se inició en 1863, y en principio debía ser una sinagoga, pues se había declarado libertad de culto y era reclamada por la comunidad judía. Pero el arquitecto, cuya relación con los judíos no era muy buena, propuso una serie de modificaciones de la idea original, como elevar la construcción a 113 m de altura, en lugar de los 47 iniciales, cosa que no gusto a los destinatarios del monumento, que decidieron parar la obra.
En 1873, la ciudad de Turin dona otro terreno para la construcción de la sinagoga, siendo retomada la Mole, para dedicarla al rey Vittorio Emanuelle II. Después Antonelli siguió haciendo reformas, teniendo como resultado un edificio de 167 m de altura y que hasta hace poco se consideró el edificio más alto de Europa.
Actualmente acoge el nuevo Museo Nacional del Cine. Un ascensor panorámico permite llegar hasta la aguja en cualquier período del año, desde donde se aprecia toda la ciudad.
Puedes comprar entrada para el museo y ascensor o sólo para el museo En mi caso compré solo para el museo ya que había una cola de más de una hora para el ascensor y no me apetecía nada subir apretada (9 personas cada viaje), y volver a bajar apretada.
El viaje en ascensor dura dos minutos y una vez que llegas arriba sales del ascensor y puedes ver Turín y tomar algunas fotos, esto lo sé porque me lo han contado porque ya os he dicho que no subí. Yo mientras los demás hacían cola visité el museo del cine.
El museo es un poco obscuro, lo que hacen es resaltar las fotos o cosas utilizadas en las películas. Entras y hay como una gran sala de cine con dos pantallas y tumbonas con grandes orejeras donde puedes escuchar la peli mas cercana a tu tumbona. Le llamo tumbona porque te tumbas y como te descuides te duermes (yo vi gente totalmente dormida), cansada de patear calles.
Lo que haces en el museo es ir subiendo, como por una cuesta, y todas las paredes están llenas de fotos y recuerdos de cine, desde Matrix, King Kong, Casablanca…, y cine italiano que para eso está en Italia.
En la planta baja se encuentra también un restaurante de ambiente muy moderno, con luces de colores que salen de debajo de las mesas, velos que separan unas mesas de otras… muy curioso. Ya en las plantas superiores se encuentran carteles, objetos… relacionados con la cinematográfica.
En resumen, la visita a este monumento es un punto que no nos podemos saltar dada su magnificencia en una visita a la ciudad.
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