Refugio de gatos en Torre de Argentina

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Esta opinión se remota a cuando estuvimos en Roma, donde descubrimos muchos sitios con un encanto que no yo había visto en ningún otro lugar, las expectativas cuando uno viaje a la ciudad del nacimiento de la civilización son muy altas, y se cumplen con creces, pero es cierto, que si nos dedicamos a seguir una ruta alternativa, y no la marcada por los mapas turísticos, a veces encontramos lugares con mucho encanto y llenos de vida.

Y uno de estos lugares es precisamente el «Cat Sanctuary». Lo bueno que tiene este lugar es que no es necesario irnos a una parte de la ciudad donde no hay «nada» que ver (algo que me extraña en Roma), no es necesario salirnos mucho de nuestro plan de visitas, ni del centro histórico, simplemente, es cuestión de fijarnos en otros detalles para descubrir sitios especiales.

Historia del Santuario de Gatos en Torre de Argentina

En 1994, un grupo de voluntarios motivados por el gran número de gatos y gatitos abandonados a diario en el área arqueológica (400-500 gatos al año) comenzaron a organizar una colonia para alimentarlos y darles atención médica.

Muchos de los pobres animales estaban próximos a la ceguera a cusa de las infecciones oculares, otros vivían con fiebre alta a causa de diversas enfermedades y por consiguiente estaban muy débiles, muchos neonatos eran abandonados encerrados en bolsas de plástico, otros gatos eran víctimas de accidentes en la calle, y algunos incluso estaban heridos por armas de fuego.

El área arqueológica de Torre Argentina era el lugar ideal para establecer la colonia por varias razones:

  • La existencia de un refugio cubierto donde suministrar comida y atención médica.
  • El área protegida y el área bajo la calle ofrecían protección contra el tráfico.
  • La posibilidad de acceso de los transeúntes que podría contribuir con donaciones y adopciones.

El descubrimiento

Y en una de esas, después de un durísimo día visitando las maravillas de Roma, sobre las 17 de la tarde, pasamos por Torre Argentina dispuesto a buscar un autobús que nos llevara hasta Termini y de ahí al hotel. Yo a esas horas estaba muerta, casi me costaba hasta andar y quería irme al hotel a ducharme y descansar un poco, pero me dice Alex de pronto: «Mira!» y me di la vuelta y entonces me fijé en una cartel situado en una bajada de escaleras que llegaban hasta las ruinas de Torre Argentina. Lo curioso es que yo esperaba que fuera un cartel anunciando las ruinas, pero no, era un «Santuario de gatos» en pleno centro de Roma. Dada mi pasión por los animales, y en especial por los gatos, no dudamos en bajar las escaleritas que nos llevaban a dicho lugar.

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Bajando las escaleras, llegamos a una especie de patio con plantitas y muchos gatos durmiendo o tomando el solecito. Había una mesa allí con artículos que están a la venta y con los que la asociación o protectora mantiene a sus gatos. Una chica al vernos salió a saludarnos y al decirle que nos había llamado la atención encontrar este lugar en medio de la bulliciosa ciudad, nos invitó a entrar y a contarnos un poco la historia del lugar.

La única pega es que nos hablaban en inglés y Alex me iba traduciendo porque yo estoy en proceso de aprendizaje (me dio rabia porque sé que me perdí muchos comentarios y explicaciones que nos dieron). La verdad es que la gente que había allí es encantadora y muy agradable con los curiosos que se acercan allí, no intentaron vendernos la moto para que compráramos cosillas, simplemente nos dijeron que con su venta sacaban dinero para la manutención y el mantenimiento de las instalaciones al vernos interesados en algunas cosillas.

gatos en Largo di torre argentina

Pero voy por partes. Como os digo, la chica nos invitó a entrar, y dentro hay un cuarto grande donde hay más artículos a la venta: tazas, bolsos, relojes, figuritas, imanes, portafotos, etc. Allí dentro había más gatos, sueltos y muy cariñosos, que se acercaban a nosotros para que los acariciásemos, pero no penséis en un sitio abarrotado y sucio, para nada. Se nota que esa gente se preocupa por los animales y la casa estaba limpia y no olía mal, por ejemplo.La chica que nos recibió al principio nos presentó a la fundadora del «Cat Sanctuary», una mujer muy concienciada y dulce, que seguía poniéndose triste cuando nos contó las historias de algunos gatitos e incluso se le saltaron las lágrimas cuando estábamos delante de un gatito herido que habían recogido hacía poco.

La fundadora (no recuerdo su nombre, perdonad) nos dijo si queríamos pasar a una habitación que estaba acristalada y donde había jaulitas con gatos. En ella había varios voluntarios (todos muy agradables, que nos recibieron con una sonrisa) jugando con los gatos, pues en la habitación había cuerdecitas colgando de un techo bajo y juguetes varios.

El hecho de que esta habitación esté acristalada y los gatos no puedan salir es porque los que allí ahí están enfermos o bien en cuarentena. Es una pena, no os podéis imaginar la sensibilidad que despiertan, sobre todo al conocer su historia.

La fundadora nos acompañó por la habitación (también muy limpia y que disponía de varias bandejas con arena, cuencos con comida y agua, juguetes y camitas) y nos contó las historias de algunos de ellos. Durante todo momento podíamos tocarlos o jugar con los que estaban sueltos o bien acariciar a aquellos que estaban en las jaulitas.

La triste realidad

Largo di Torre Argentina

El «recorrido» empezó con un gatito que estaba tumbado en una camita, era un gato típico rubio, como el del anuncio de Friskies. Estaba despierto y tumbadito a lo largo y me quedé de piedra cuando la chica nos contó que sufría una enfermedad en las caderas y no podía moverse! De forma que ellos tenían que ponerle comidita y agua. La chica explicó en qué consistía su enfermedad (en inglés), por lo que nos os puedo contar mucho sobre ella, pero sí que dijo que la enfermedad en este pobre estaba bastante avanzada y por lo visto al encontrarlo ya estaba bastante mal. Me dio una pena tremenda, y estuvimos acariciándolo. Era un gato grande y muy guapo. Un gato así es muy probable que nunca se adoptado.

Después nos llamó la atención un gato negro, Giorgino, porque estaba jugando muy efusivamente y me produjo una sonrisa, pero cuando la chica nos contó su historia también me quedé mal. Giorgino tiene una enfermedad neuronal y no controla bien sus movimientos por lo que, a veces, parece que está jugando como os digo muy efusivamente, pero en realidad, lo que ocurre es que no es capaz de controlar bien sus extremidades. El gato por tanto andaba mal, pero me emocioné porque la chica de pronto le gritó: «Bravo Giorgino, bravo!», porque había llegado desde un lateral de la habitación hasta una voluntaria que estaba en el centro de ésta, andando. Me partió el corazón. Por lo demás, se le veía que estaba bien cuidado.

Luego fuimos acariciando a los gatos que había en las jaulas, se notaba que a pesar de los cuidados, necesitan cariño porque cuando metíamos un dedo para tocarlos, todos se acercaban en seguida.

Hubo un caso que me resultó muy duro también, el de una gata blanca y negra, preciosa, llamada Dolloretta, que tenía una enfermedad crónica típica en los gatos, que había derivado en una diarrea crónica, pero por lo demás estaba bien, sin embargo como nos contó la chica, una gata así nadie querría adoptarla. Porque no estábamos en España, sino os aseguro que me la habría llevado. Dolloretta era cariñosa y se la veía una gata muy buena, su enfermedad habría tenido cura sin llegar a padecer lo que padecía si no hubiera estado abandonada y sin cuidados.

Luego había un gatito que un voluntario nos contó que había sufrido la amputación de parte de una patita y cuando lo sacó de la jaula para enseñárselo a la «jefa», ésta no pudo ni mirar y se le saltaron las lágrimas. Le faltaba la última parte de una de las patitas traseras, tenía como un muñón, pero os digo que a mí me dio pena, pero como tenemos en casa una gatita igual, Cristina, a la que adoptamos así, no me sorprendió tanto. Nuestra Cristina cojea, pero anda bien, salta bien, se desenvuelve bien y es preciosa, por lo que a pesar de todo, creo que este gatito puede tener una calidad de vida mayor que Dolloretta, Giorgino o el gatito rubio que estaba inmovilizado (siento no acordarme de su nombre).

Jugamos con un cachorrillo que estaba en una jaulita que era muy travieso, como todos cuando son tan pequeños y también con otro gato más grande que estaba suelto en la habitación y que nos contó la chica que era hiperactivo y nadie lo adoptaba porque daba la sensación de que era malo, pero simplemente era su hiperactividad el que hacía que estuviera todo el rato jugando y se le viera como en alerta.

Quiero especificar que estos gatos están «encerrados» y no sueltos como los que había por fuera porque la misión del «Cat Sanctuary» es cuidar y alimentar a los gatos (también lo han hecho con perros), pero la pequeña casa donde están no puede abastecer todos los gatos que hay abandonados en Roma, de forma que los gatos que están sueltos van a allí a comer y porque saben que van a recibir cariño y un buen trato, pero luego están sueltos, normalmente por las ruinas, de forma que de una manera u otra, están protegidos ya que no se puede acceder a estas libremente y al no estar a la misma altura que la calle, sino más abajo, es difícil que los gatos salgan a la calzada con el peligro de atropello (aunque no imposible porque los había, aunque en menor número).

El objetivo del «Cat Sanctuary» es mejorar la calidad de vida de estos animales mientras no sean adoptados.

Por otra parte, los que están encerrados en la habitación o en jaulas son gatos que no podrían vivir en la calle aunque tuvieran un sitio donde comer y beber y resguardarse en un momento dado, ya que por su salud morirían sin ninguna posibilidad, por eso los tienen en la casa, para proporcionarles todo el cuidado que necesitan.

Una cosa que me llamó la atención, fue que los gatos que estaban esterilizados tenían una muesca en una de las orejas, que según nos explicó la chica se las hacían en la misma operación de esterilización para diferenciar aquellos que lo estaban de los que no.

Tened en cuenta que la zona está abierta a la calle y pueden llegar más gatos abandonados, lo cual supondría un lío enorme para saber los que están operados de los que no.

Roma y los gatos

La verdad es que es una maravilla ir paseando por Torre Argentina, y en el centro de la zona encontrarnos con sus ruinas y cuando las miramos ver a los gatitos durmiendo sobre una antigua columna romana derruida. Es una estampa que nos encantó y por la que pasamos varias veces los días que nos quedaban allí.
Cuando íbamos hacia La Fontana de Trevi, había un paseo lleno de puestos con souvenir, recuerdos, calendarios, póster, etc. y muchos de estos calendarios eran de gatos y yo me preguntaba porqué era así. Luego descubrimos que en Roma los gatos son especiales, aunque no para todo el mundo ya que hay gente que los abandona o los asesina y gracias a lugares como el «Cat Sanctuary» logran tener una vida un poco mejor, al menos conocer el calor de buenas personas, las caricias de gente que trabaja allí desinteresadamente sólo porque es humana de verdad y la de la gente que lo visita.

No quiero acabar esta opinión sin deciros que la gente del «Cat Sanctuary» se encarga de realizar visitas turísticas por las ruinas de Torre Argentina, que no se pueden visitar libremente y por nuestra cuenta como os decía, así que es una manera de conocer otro de los muchos lugares con encanto de Roma, eso sí, la visita podía ser en inglés, italiano y creo que en algún otro idioma, pero no en español, por lo que decidimos no hacerla (por mí) y quedarnos dentro de las instalaciones disfrutando con los gatos. La visita se hacía con una de las chicas y no se llegaba a bajar a las ruinas como tal, sino que había un pequeño circuito en el que te iban contando la historia de las mismas. Había que pagar para hacer esta visita, pero un precio nada desorbitado, imagino que es una forma de sacar dinero también para sus instalaciones, aunque no os lo puedo asegurar. Con esto quiero decir que podéis visitar las ruinas sin necesidad de pasar a la casa donde tienen los gatos.

El horario es hasta las 17 horas, si no recuerdo mal, y lo sé porque al día siguiente quisimos volver para estar un rato allí jugando con ellos y acariciándolos y llegamos sobre las 19 y estaba cerrado. Una pena.

Después de ver y oír las historias de aquellos gatos, nos parecía muy ruin por nuestra parte no comprar alguna de las cositas que vendían y cuyo dinero estaba destinado íntegramente para ellos, así que nos llevamos un par de tazas de desayuno y un monedero para mí. Todos los artículos estaban decorados con motivos de gatos. Los precios eran algo más caros, las tres cosas nos costaron 28 euros (8 el monedero y 10 cada taza), puede ser caro, sí, pero en Roma los precios en general son mayores que aquí y luego se entiende que ellos tengan que sacar algo de la venta. A mí cuando se trata de animales, reconozco que me ciego un poco y no me importa pagar lo que sea (dentro de unos límites, se entiende).

Por supuesto, todos estos gatos están en adopción, no quiero que se crea que es un lugar de recreo donde ir a verlos o incluso, con la mejor de las intenciones, ir a jugar con ellos y cuidarlos sin más. No, estos gatos están en adopción esperando una buena persona que les quiera, les proteja y los mime como merecen.

Finalmente, os cuento que estuvimos hablando luego a título personal con la dueña del «Cat Sanctuary» que nos preguntó de dónde éramos y al decirle que de España, nos dijo que ella no había estado nunca en nuestro país, pero que le gustaría y que había tenido una niñera española, por lo que tenía buena sensación del país, aunque nos contó que recibe noticias de que en la zona sur de España no se trata muy bien a los animales (muchos perros abandonados, gatos, toros, etc.), y esto me chocó, por supuesto que yo sé que en cuestión de civismo para con los animales, España es un país atrasados (menos mal que existen personas que son la excepción, no quiero yo buscarme enemigos), pero hay que reconocer que la impresión en ese aspecto que se tiene en el resto de Europa sobre nosotros, no es buena, y esta mujer me lo confirmó.

Sin más, os recomiendo sin lugar a dudas que si vais a Roma, dediquéis un ratito a pasaros por allí, merece la pena, además es un remanso de tranquilidad en medio de la bulliciosa y agitada ciudad. Si os gustan los animales y en especial los gatos, seguro que os gusta este lugar, a pesar de lo doloroso que resultan ciertas historias de estos pobres gatitos.

Una labor ardua y difícil para esta gente, que trabaja desinteresadamente para otros seres vivos, viendo casos que a muchos no nos dejarían dormir. Sin duda, todo el mérito es para ellos. Me alegro de haber conocido este lugar, el cansancio se me quitó de golpe y me pareció poca cosa comparado con el sufrimiento de estos gatos.

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