El Museo Arqueológico de Nápoles es uno de los más importantes del mundo, si tenemos en cuenta su colección de arqueología clásica. Esto se debe a que, por un lado, en el sur de Italia (alrededor de Nápoles) y en Sicilia había una serie de ciudades que eran colonias griegas de máxima importancia, y por otro lado, a los yacimientos de época romana que hay alrededor de la ciudad. Sobre todo me refiero a Pompeya y Herculano, aunque también hay otros como Torre Anunziata. Los dos primeros son sobre todo famosos por la erupción del Vesubio que los sepultó arrasando con todo pero también conservando los yacimientos.
El Museo es enorme, demasiado para verlo en una sola mañana, pero su visita merece muchísimo la pena. Hay esculturas (algunas de ellas muy importantes, de las que se estudian siempre en los libros de arte), mosaicos, cerámica, objetos de la vida cotidiana, etc.
A continuación te iré contando mis impresiones sobre el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.
Contenido de la Guía
¿Qué tiene de especial el Museo Arqueológico de Nápoles?
El Museo Arqueológico Nacional de Nápoles es una de las mejores colecciones de arqueología clásica de todo el mundo. La ciudad que lo cobija fue fundada por los griegos bajo el nombre de Neapolis (ciudad nueva), junto con otros muchos asentamientos que hicieron de la Magna Grecia (sur de Italia y Sicilia) uno de los lugares más cultivados de la antigüedad. De hecho, se sigue diciendo que los mejores templos griegos están allí y no en la propia Grecia… Los romanos, provenientes del Lacio, dieron continuidad a la prosperidad del lugar, que sin embargo se vio turbada por la terrible erupción del Vesubio en el año 79 d.C.
Por un lado, los yacimientos greco-latinos existentes en la zona, previa y posteriormente a la erupción, y por otro lado la magnífica conservación a la que – desgraciadamente para sus habitantes, afortunadamente para los arqueólogos – se vieron sometidos los materiales arqueológicos a causa de la erupción, generaron una increíble colección arqueológica que está albergada en este Museo.
Las piezas están agrupados temáticamente, como suele ser habitual (escultura, pintura, mosaico, cerámica – la característica Terra Sigillata – , etc.), pero el discurso expositivo está algo caduco, al modo de los museos decimonónicos, ya que se limita a exponer las piezas sin dar explicaciones de su uso o realizar reconstrucciones históricas. En este sentido, por ejemplo, los mosaicos están colgados de las paredes en vez de en el suelo, que era su ubicación original, ¡e incluso enmarcados! Un efecto estético que se convierte en una aberración histórica.
El Museo se halla en el Palazzo dei Regi Studi cuya construcción se inició en 1586, aunque fue remodelado a principios del s. XVII por el arquitecto Giulio Cesare Fontana. En el s. XVIII fue transformado por Schiantarelli en Real Museo y comenzó a recibir la colección arqueológica que por aquel entonces empezaba a formarse a partir de las excavaciones de Pompeya y Herculano.
Las piezas que me cautivaron
- El Doríforo de Policleto: uno de los ejemplos más clásicos de la escultura griega, en su copia romana. Un auténtico adonis de la antigüedad, lanza en ristre.
- El mosaico de Issos: Alejandro contra Darío en un espectacular mosaico de enormes dimensiones (exactamente 3,42 x 5,92 metros, ¡nunca imaginé por las reproducciones que pudiera ser tan grande e impactante!). Desde entonces me imagino a Alejandro moreno y no como la espantosa recreación que de él ha hecho Colin Farrell.
Muchas otras podrían mencionarse. Más esculturas, como el retrato en bronce de Séneca o el Hércules Farnesio, que nunca me ha gustado especialmente. Y como buen museo de arqueología romana ha de contar también con un retrato de Antínoo (¡mi adorado Antínoo, el que se ganó el amor de Adriano!). Entre los mosaicos un retrato de mujer, me llamó la atención por las diminutas teselas empleadas en su manufactura y la expresividad del rostro; otro mosaico representando a la muerte, a través de un esqueleto, algo ingenuo pero efectista; la sala de pinturas, tan poco habitual en los museos de arte y arqueología romana por las deficientes condiciones de conservación en las que se suelen encontrar (otra vez esto es una excepción gracias al Vesubio) o la sala de gladiadores, con toda la panoplia que utilizaban estos en los juegos del anfiteatro, como los impresionantes cascos metálicos; y la colección de gemas.
También incluye una colección de arte egipcio, que no me parece de especial interés en un museo que tiene tal calidad de piezas greco-romanas.
(No os puedo contar nada del famoso Gabinete Secreto, ya que no lo visité).
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