Este fue el primer museo que visite en Paris y como podréis imaginar entre con una ilusión tremenda y con las pilas cargadas a tope ( y no como el último día que ya deambulaba de un lado para otro buscando un banco donde sentarme :-O).
Esta casa museo está situada junto al precioso parc Monceau, un parque estilo inglés al que merece la pena pegarle un vistazo mientras hacéis tiempo para que abran el museo ( a las 10 ya les vale, se ve que a los gabachos no les gusta demasiado madrugar y con la hora de cierre que tienen (en torno a las 6 de la tarde) tampoco es que se hernien mucho que digamos).
Una vez paséis el pequeño patio interior (os podéis imaginar que llegáis en carruaje si os hace ilusión), la mansión Camondo os dará la bienvenida. Cuando yo fui incluso una de las encargadas hablaba su mijita de español (raro, rarísimo en Paris os lo digo yo). Te dan tu audioguía que va con la entrada (recordad que aquí no se os vende la carta de museos aunque se acepta) y te dejan a tus anchas con un pequeño folleto informativo para que disfrutes la casa en todo tu esplendor.
En primer lugar os tengo que decir que la audioguía se merece un 10. Los narradores españoles, son españoles de verdad de la buena, sin ningún acento raro y es evidente que son buenos profesionales. Intentan darte durante todo el recorrido la impresión de que la casa Camondo esta tal cual la dejaron sus dueños, casi como si en realidad ni siquiera se hubieran ido y estuvieran esperándote en alguna de las habitaciones. Alguno de los comentarios como la detallada y amena descripción de una banquete del señor Nissim con lo más selecto de la sociedad de gourmets parisina, mientras estas frente a una mesa en su comedor delicadamente dispuesta en la que no faltan ni siquiera las pequeñas tarjetas con el menú del agape, te hará preguntarte cuándo llegarán los sirvientes con tan suculentos manjares.
Respecto a la visita tengo que deciros que puede durar lo que vosotros queráis. La audioguia es tan completa que no sólo os dará información general sobre tal o cual habitación, también os hablará específicamente de un objeto en particular o sobre la vida personal de los Camondo. No es una exageración decir que podrías pasaros perfectamente un día entero audioguia en mano aprendiendo cada uno de los secretos de los más profundos recovecos de la mansión.
Y os preguntareis como es la casa y que contiene. Una auténtica maravilla. Moisés Camondo se dedicó en cuerpo y alma a la decoración de esta casa con cuantos muebles y cuadros pudo encontrar del S.XVIII. Cuando su hijo Nissim murió como un héroe en la segunda guerra mundial (abatido en su avión) el dolor del padre fue tan profundo que legó la casa y todas sus pertenencias al estado francés para que la memoria de Nissim jamás cayera en el olvido ( se me escapa la lagrimilla casi ais ;-p).
Nissim tenía una hermana que no tenía demasiado interés por el arte y por eso ella se quedó con el resto de la suculenta herencia pero sin esta joya ( no sabemos si a la interesada aquello le sentó bien, mal o regular). De todas formas la pobre poco pudo disfrutar de toda aquella fortuna. Con la ocupación nazi de Francia se produjo el internamiento en un campo de concentración de los últimos Camondo (provenían de Constantinopla) ( la hermana de Nissim, su marido y sus dos hijos de corta edad). Quizá el que la mansión Camondo fuera propiedad del gobierno francés la salvó de más de una expropiación indebida.
Por cierto, el interés del viejo Camondo por el arte sigue vivo hasta nuestros días. Justo antes de cruzar el patio interior, si os fijáis veréis una pequeña puerta que conduce a una escuela de arte y manualidades para niños. Imaginaos la alegría de aquel buen hombre si supiera que sus esfuerzos y su filantropía han llegado hasta niños de nuestra época.
En cualquier caso, allí permanece casi como en tiempos del viejo Moisés. Sus ventanas dan al parque Monceau, un lujo que sólo los más ricos podían permitirse en aquel tiempo en Paris. Si paseáis por sus habitaciones descubriréis numerosos restos de su enorme fortuna: un ascensor con asiento acolchado, una cocina que funcionaba con unos extraños engranajes (que aún funcionan), los cuartos de baño con sus calienta-toallas. Todo lo que el dinero podía comprar.
Si sois amantes del arte podréis disfrutar de preciosos cuadros pero creo que existen otros museos en Paris más apropiados a vuestros intereses, aquí lo importante es el mobiliario perfectamente conservado. Aunque yo no pude verla, tengo entendido que existe una exposición de coches antiguos de los Camondo que me imagino que deben ser dignos de verse aunque sólo sea por los viejos que deben ser.
En fin que si vais a Paris, para más de un fin de semana o tenéis especial interés en las casas museo, es una visita muy recomendable aunque no podáis dedicarle más que unas pocas horas.
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