Hoy vengo a hablaros precisamente del Monasterio de Santa María de la Valldigna, puesto que fue una visita muy gratificante, amena y divertida, ya que uno de nuestros amigos hizo de guía para nosotros al conocerlo con anterioridad y nos contó muchos detallitos que es difícil conocer si no te los cuenta precisamente algún guía o alguien que haya hecho alguna visita con explicaciones antes.
Como no soy mucho de escribir sobre este tipo de lugares de interés, sólo espero que no me salga una opinión demasiado aburrida y con muchos datos, pues me gustaría animaros a conocer este sitio si estáis en la provincia de Valencia, y más concretamente, cerca de Simat de la Valldigna, donde éste se ubica.
Contenido de la Guía
Ubicación y otros datos prácticos
El monasterio se localiza en un pequeño pueblo de Valencia llamado Simat de Valldigna, muy cerca de Tavernes, que quizás os sea más conocido, concretamente, a escasos diez kilómetros de distancia entre ambos.
Si os desplazáis desde Valencia capital, la distancia se alarga un poco, quedando a una hora de la misma, aproximadamente, yendo por la autopista AP-7.
Uno de los motivos por los que mi amiga planeó una visita al monasterio fue porque queda, más o menos, a la misma distancia de Valencia y Alicante, y es que en principio, no teníamos intención de quedarnos allí a pasar la noche.
Lo dicho, en caso de ir desde Valencia la autopista AP-7, si vais desde Alicante u otras provincias del sur, también la AP-7, desviándoos por la salida de “Xeresa/Xeraco”. De cualquier forma, no tiene demasiada pérdida, y lo peor que puede suceder es que lleguéis a Tavernes y andéis perdidos, en cuyo caso, preguntaréis y os guiarán hasta la carretera que lleva a Simat, llegando en pocos minutos. Eso sí, es muy posible que sólo os den las indicaciones en valenciano, como nos pasó a nosotros, aunque en nuestro caso Alex está más que familiarizado con el idioma y yo lo hablo, pero bueno, no está de más saberlo.
Una vez en Simat de la Valldigna, el monasterio se encuentra en la Plaza de la Abadía, s/n. En esta plaza no hubo demasiadas complicaciones para aparcar, teniendo en cuenta que era Domingo de Resurrección, no obstante, el pueblo es bastante pequeño, así que todo el bullicio debía estar en Tavernes.
Por otra parte, en cuanto al horario, éste es bastante amplio, puesto que el monasterio abre sus puertas de lunes a domingo durante las siguientes horas:
- De junio a septiembre: de 9 a 14 y de 17 a 20
- De octubre a Mayo: de 9 a 15 y de 16 a 18
Al horario y días de apertura bastante amplios, se une el aliciente de que la entrada es gratuita, lo cual no está nada mal, teniendo en cuenta que en el monasterio se está llevando a cabo su restauración y podría ser lógico que con la entrada recaudaran parte del dinero para llevarla a cabo.
Para cualquier información adicional que necesitéis, el teléfono es el siguiente 96 281 16 36.
Real Monasterio de Santa María de la Valldigna: un poco de historia
Este Real Monasterio fue fundado por Jaume II el Just (el Justo), que tras guerrear contra los musulmanes por tierras alicantinas y murcianas, al pasar por este valle llamado en aquel entonces Alfàndec, e impresionado por su fertilidad y belleza, dijo dirigiéndose a su capellán Fray Bononat de Vila-Seca, abad del monasterio cistercienses de Santes Creus: “Vall digna per a un monestir de la vostra religió”, a lo cual contestó el abad: “Senyor, Vall digna”.
Por si acaso alguno se me despista, traduzco lo que dijo uno y otro: “Un valle digno para un monasterio de vuestra religión”, cuya respuesta del abad fue: “Señor, un valle digno”.
De aquí, fácilmente podemos deducir el nombre que se le quedó al monasterio y que perdura hasta hoy en día y que le fue asignado en 1298 cuando Jaume II promulgó una orden de concesión de estas tierras al abad de Santes Creus para que fundara una nueva orden cisterciense: Monasterio de Santa María de la Valldigna.
La arquitectura del monasterio, así como los estudios contemporáneos sobre los restos que se encuentran en la zona, indican que hubo tres etapas constructivas. La primera de esas etapas concierne a la implantación gótica en el siglo XIV, movimiento que se apreciaba en el claustro que se construyó siguiendo los cánones cistercienses y hoy derruido casi al completo; la segunda etapa se centra en la renovación a la se vio sometido el monasterio tras las graves destrucciones del terremoto de 1396 y la última etapa también se centra en una segunda renovación y enriquecimiento después de un segundo terremoto en la zona en 1644, con sustituciones completas y construcción de nuevas dependencias ya de estilo barroco de los siglos XVI y XVII, donde podemos encontrar huella del mismo en la Capilla de la Mare de Déu de Gràcia.
En 1835, debido a la desamortización de Mendizábal, tiene lugar la exclaustración, y el monasterio, que aún funcionaba como un señorío, es abandonado por los monjes y vendido a particulares, lo cual sume al monasterio en ruinas.
De esta forma, el monasterio se convierte en una explotación agropecuaria particular, y eso, irremediablemente, trae su expolio y destrucción patrimonial. La mayoría de los edificios son derribados, los sillares de los arcos y las losas de los pavimentos se venden como material de construcción, los arcos góticos del claustro alto del Palacio del Abad pasan a formar parte años después de la mansión del Canto del Pico de Torrelodones en Madrid (heredada por los descendientes de Franco a la muerte de éste), e incluso la virgen de plata que presidía la capilla es vendida al peso. Curiosamente, la propia capilla se convirtió en un almacén de naranjas donde los agricultores hacían las cuentas de sus ventas directamente sobre sus paredes, pudiendo ver hoy en día muestras de esto.
Otras piezas tuvieron más suerte y pasaron a parroquias de la comarca, mientras que los documentos se dispersan siguiendo los pasos de los monjes exclaustrados.
Como veis, una pena que el monasterio acabara como terminó, saqueado, con sus piezas vendidas y sin el más mínimo respeto ni siquiera a la Iglesia que lo preside.
Por suerte, la Generalitat Valenciana se da cuenta del valor de este conjunto arquitectónico, por lo que en 1991 adquiere el monasterio y comienza su recuperación. En 1998 se cumplió el setecientos aniversario de la fundación cisterciense y en 1999 se creó la Fundació Jaume II, con ánimo restaurador, que permitió la apertura al público del monasterio.
Qué podemos ver
Hay varias cosillas por ver, bastante interesantes si os son contadas amenamente o tenéis suerte de ir con guía o con alguien que conozca la historia, más o menos, bien.
Actualmente no sé si existe servicio de guía, pero sé que antes sí lo había y este era gratuito. No sé si el tema crisis ha debido influir también aquí y han prescindido del mismo, lo cual nos deja la opción de ir siguiendo el folleto informativo que se nos da a la entrada, puesto que no había ningún guía disponible.
Parto de la base de que el monasterio, salvo puntos concretos, está derruido en gran parte de su totalidad, aunque sí hay edificios que se mantienen y a los que podremos acceder sin problemas, mientras que de otros sólo veremos partes y de algunos más, tendremos que hacer un poco de uso de la imaginación.
A la entrada del monasterio, justo antes de cruzar su arco, tenemos tres paradas importantes: El Portal Nuevo, la Almazara y la Capilla de Nuestra Señora de Gracia.
Sobre el Portal Nuevo o Portal Nou comentaros que data del siglo XIV y se construyó bajo el gobierno del Abad Arnau Saranyó. Es el acceso principal del recinto y en él se incluye la primitiva capilla de Nuestra Señora de Gracia. Este portal termina en un arco apuntado de fábrica de sillería y está flanqueado por dos torres salientes, de planta cuadrada y remate almenado. Lo más destacable aquí son los tres escudos dispuestos en la parte superior de dicho arco, el de la Corona de Aragón en el centro, y en los extremos, las armas del abad Arnau de Saranyó, una rama de endrino y un báculo.
La Almazara es un edificio del siglo XVIII anexo al Portal Nou destinado en su día a albergar el molino de aceite, el granero y las caballerizas. Actualmente se utiliza esta nave para celebrar exposiciones, conferencias y diferentes actos de tipo cultural tras una buena habilitación, ya que llegó a la época actual desguazada y sin techo.
La capilla de Nuestra Señora de Gracia es una iglesia de planta de cruz griega del siglo XVIII que se utilizaba para el culto de los vecinos de Simat. Su decoración interior es muy sencilla (nosotros no pudimos verla por dentro, pero es curioso porque en la puerta de entrada tiene dos rejillas a modo de confesionario que según nos contó nuestro amigo Jose, se utilizaba precisamente para confesar a las personas desde la calle). Su fachada es barroca y se construyó con mármol de Buixcarró, que es una cantera situada en Pla de Corrals, en Simat. Actualmente, la fachada ha sido restaurada.
Una vez que entramos en el recinto, de frente encontraremos la llamada Fuente de los Tritones del siglo XVIII, llamada así porque está decorada con cabezas de monstruos marinos y delfines. Esta fuente es originaria del monasterio, pero en 1852 fue adquirida por el Ayuntamiento de Valencia y estuvo durante muchos años en los Jardines de Viveros de la ciudad. Fue en 2005, cuando la Fundació Jaume II consiguió que el Ayuntamiento devolviera la fuente a sus orígenes. La fuente da un aspecto ciertamente monacal al lugar, que con los jardines, el silencio relativo y el sonido del agua, crea un ambiente muy envolvente.
Si seguimos adelante, nos encontraremos con un edificio llamado Obra Nueva, construido en el siglo XVIII bajo el gobierno del abad Lluís Sanxís. Este edificio es de grandes proporciones y contenía diferentes dependencias, como el refectorio de los legos (aquellos monjes dedicados a las labores manuales), el dormitorio y la bodega-almacén del monasterio. Actualmente, de este edificio sólo quedan restos, pero por el espacio que ocupa no es difícil imaginar que debía ser tener un tamaño considerable.
El claustro del silencio, el refectorio, la sala capitular, o el locutorio, son también zonas de interés para el visitante, aunque de muchas de ellas sólo queden restos hoy día.
El claustro del silencio debió de ser grande y bastante bonito, por desgracia hoy quedan sólo algunos arcos que nos permiten llevar la imaginación lejos para hacernos una idea de cómo era la estructura completa. Construido entre los siglos XIV-XV, el claustro constituía el espacio de comunicación entre las estancias con el patio central y el lavatorio, cuyos pasillos se utilizaban para pasear, leer o meditar. En el centro del claustro, hoy en día aún podemos ver un pozo de piedra de unos cinco metros de largo de la época.
El refectorio fue el comedor de los monjes que también funcionó como iglesia durante la construcción del actual templo. Del siglo XV, las bóvedas de crucería se han reconstruido recientemente y hoy día aún podemos ver las huellas del púlpito del lector, en el muro sur.
La sala capitular, también del siglo XV y principios del XVI, era el lugar donde se reunían los monjes presididos por el abad para leer los capítulos de la orden. Como curiosidad, el acceso a la sala es a través de una gran portada flanqueada por dos ventanas de estilo gótico-flamígero y cada una de las cuatro esquinas de la sala está decorada con los símbolos de los evangelistas: león, toro, águila y ángel.
El Palacio del Abad y la Iglesia de Santa María de la Valldigna, conforman el resto del conjunto. Por una parte del Palacio del Abad del siglo XIV, que estaba destinado a las salas abacales y a la recepción de visitantes ilustres, hoy en día tan sólo quedan restos del mismo, aunque al menos podemos ver parte de los arcos de la parte baja del claustro que se han ido restaurando y también en el sobreclaustro podemos ver los arcos más ligeros traídos de la mansión del Canto del Pico de Torrelodones después de más de ochenta años en la misma.
El Palacio del Abad queda justo detrás de todo el complejo, lo cual le otorgaba cierta privacidad al abad sin perder de vista los edificios principales. Además, en su palacio, el abad recibía personajes importantes de la historia como Felipe II o Alfonso el Magnánimo.
Por último, he dejado para el final la parte más bonita (o casi) de todo el conjunto del monasterio, que no es otra que la Iglesia de Santa María de la Valldigna.
Esta iglesia ha pasado por tres etapas importantes, se la considera iglesia primitiva del siglo XIV, posteriormente, se habla de una segunda iglesia en el siglo XV y finalmente de la iglesia actual que abarca desde el año 1648 hasta el 1697, año en que finalizó su construcción.
Es el edificio mejor conservado de todo el conjunto, y excavaciones arqueológicas recientes permiten ver evidencias de dos templos anteriores.
La iglesia tiene planta de cruz latina con atrio, seis capillas laterales, crucero y prebisterio, donde se situaba el coro. Presenta también alrededor de la cabecera, la sacristía y el trascoro, y al fondo se sitúa la torre del campanario.
Precisamente, al trascoro se accedía por una puerta encima de la cual se encontraba el trono giratorio de Santa María de la Valldigna y el camarín.
Aunque, sin duda, cuando entramos lo que más llama la atención es su decoración barroca en general y la decoración pictórica y ornamental de estilo churrigueresca en concreto en sus techos.
Como os dije antes, esta iglesia pasó a ser un almacén de naranjas después de la desamortización, de modo que en sus paredes aún podemos ver operaciones numéricas como sumas y fechas escritas bastante más recientes, de las cuales me fijé en dos, una de 1904 y otra de 1928.
Sin embargo, en esta iglesia, no esperéis encontrar bancos o un altar, puesto que es un espacio vacío completamente. Aún pueden verse en la pared las señales de los cuadros que un día la decoraron o las fechas y operaciones numéricas en las paredes. Sólo una lápida de piedra negra al entrar a la izquierda en una de las capillas, así como la intensa decoración, dan color al recinto.
Y con la visita a la iglesia se acabó nuestro recorrido que duró, aproximadamente una hora. Hay un huerto en la parte final del monasterio que actualmente se cuida por escuelas talleres donde podréis encontrar hierbas aromáticas como romero, tomillo o lavanda, que dispone de unos banquitos si os apetece sentaros un rato y disfrutar de lo que queda en pie y de los restos arqueológicos.
Tampoco está de más ver la exposición temporal que había en la Almazara, cerca de la entrada, y que iba sobre libros, con obras muy impactantes y originales, aunque eso sí, chocaba un poco la estética del monasterio en sí mismo por ser demasiado rompedora y moderna.
Como curiosidad os comento que se dice que no se ha encontrado el lugar donde los monjes eran enterrados, además, el enterramiento tenía lugar directamente sobre el cuerpo embalsamado del monje, por lo que no había ataúd por medio.
Nuestra experiencia y opinión
Nuestra experiencia en el Monasterio de Santa María de la Valldigna fue muy positiva ya que el sitio nos gustó mucho a los siete amigos que fuimos, la verdad es que al ir con nuestro amigo Jose haciéndonos de guía, todo resultó mucho más ameno y entretenido, eso sí,
Estoy segura de que por mí misma no hubiera dado con este sitio y quizás no me habría acercado aposta a visitarlo, aunque no desmerece la visita, al contrario.
Siempre está bien conocer lugares nuevos y a mí en particular los edificios religiosos me gustan mucho, disfruto mucho con iglesias, catedrales, conventos, monasterios… siempre que visito una ciudad o pueblo, así que sin duda iba con la idea de que éste también me iba a gustar.
Desde luego, si estáis por la zona de Tavernes o Játiva (que la nombro por ser bastante turística y que también queda cerca de Simat), creo que para una excursión de una mañana o tarde puede ser una opción estupenda y entretenida. Como ya os comenté, los horarios son amplios, la entrada es gratuita y el sitio tiene mucho encanto. Cierto es que hay muchas zonas que sólo son restos y hay que echarle imaginación, sin embargo hay otros edificios muy bien conservadas que son pequeñas joyitas que sobrevivieron a la irreverencia, así que sin duda, el Monasterio de Santa María de la Valldigna merece que le dediquéis un ratito de vuestro tiempo.
Imágenes | Joanbanjo (2) (3) (4) (5) (6) (7) (8) (9)| Carlesmari
Ingeniero de Telecomunicaciones y viajero incansable, trato de descubrir la historia y belleza de cada rincón del lugar que visito, por simple o sencillo que pueda parecer para dar a conocer al mundo sus secretos. ¿Te gusta viajar? Acompáñame en este viaje y disfruta conmigo del mundo. Los textos que encontrarás en esta web han sido escritos por muchas personas contando su experiencia en el lugar visitado, la web no se responsabiliza de la exactitud, lo actualizado que está su contenido y las opiniones vertidas en los textos. Si tú también quieres contar tu experiencia, puedes escribirnos un mensaje.