El Mercado Central de Valencia es mucho más que un mercado, máxime para los que ha sido «El Mercat» desde pequeñitos.
Aparte de las fallas y los eventos que las acompañan, también hay que hacer un poco de recorrido monumental de los lugares más conocidos de la ciudad y uno de ellos, sin lugar a dudas e ineludible, es el Mercado Central.
Contenido de la Guía
Dónde está el Mercado Central de Valencia
El Mercado Central de València está ubicado en el centro histórico, vecino con sólo cruzar la acera a la Iglesia de Sant Joan del Mercat o Església dels Sants Joans y a La Lonja de la Seda, a 5 minutos de la Iglesia de Santa Catalina, de la Catedral de Santa María, de la torre que termina con la campanaza llamada El Micalet y también del centro comercial de calidad que empieza en la plaza de Casa Rita o Plaça de l’Ajuntament.
A unos 15 minutos tenemos las Torres de Quart, todo ello a pie, por supuesto, es la mejor forma de ver el centro y como las calles son de ancho antiguo y los edificios altos siempre podemos disfrutar de la sombra en una u otra acera y en caso de cansaros podéis tomar una horchata o un heladito en la plaza de la Reina.
Cómo es el edificio del Mercado Central
El Mercado Central es de estilo Modernista y tiene varias puertas de acceso, a cada cual más bonita debido al hierro forjado usado en puertas y ventanas, a las vidrieras de colores y la utilización constante de mármol, pero mármol entero, no usaron la técnica del “trencadís” que impusieron Gaudí y Domènech y Muntaner al movimiento modernista y que aun hoy usan algunos como Calatraba.
De todas sus puertas, la señalada como entrada principal es la de la Plaça del Mercat, desde la cual también se observa la parte posterior de la Iglesia de Sant Joan del Mercat y se accede a la entrada principal de la Lonja de la Seda, tres edificios de estilos distintos, barroco, gótico civil y modernista que dan gran empaque a la plaza y no se molestan estéticamente entre si, son complementarios.
El último en construirse fue el mercado, y por supuesto, sus arquitectos, discípulos del gran Domènech y Muntaner (suyo es el precioso Palau de la Música Catalana, mi edificio modernista favorito sin discusión, ni Gaudís que valgan por más que el arquitecto de Reus me seduzca sobremanera) se esforzaron en integrarlo al entorno mediante el uso de vidrio como elemento fundamental.
En la parte trasera, entrada por la Avenida Barón de Cárcer, se usaron la piedra y la madera en lugar del hierro y el cristal, pues no hay edificios históricos a los que amoldarse.
Estamos pues ante un edificio con muchas caras, cada fachada puede analizarse por separado y las fotos que podemos realizar de la cada una de sus ventanas, y de los cristales de los ventanales son excepcionales.
Predominan los colores mediterráneos, varios tonos de azul y de verde azulado combinados con tonos tierra, rojizos, amarillos y naranjas (muy propios de la ciudad también).
No es un mercado de planta rectangular como podría ser otro mercado modernista, por poner un ejemplo, el de mi ciudad natal, Tortosa. Debido a la extraña forma del gran terreno que se usó para edificar el Mercado Central de València en una foto aérea (os invito a usar el todopoderoso Google, que para eso está muy bien y aunque no lo hayan actualizado desde hace unos años el mercado lleva casi 100 años en pie) podemos observar dos partes, la más pequeña, redondeada, corresponde a la parte de pescadería, la que más uso y a la que se accede directamente por la puerta de la calle d’En Gall (reconocible por las paradas de artesanos que se agolpan enfrente de ella aprovechando la sombra del edificio) y otra más grande de planta rectangular que corresponde al resto del mercado con paradas de todo tipo de alimentos y condimentos.
Ambas partes del mercado terminan en forma de cúpula y son preciosas vistas por dentro, en lo alto de la cúpula grande, por la parte exterior, encontramos un elemento simpático, La Cotorra del Mercat, un ave realizada en hierro forjado pintada de color verde que gira llevada por el viento a modo de veleta.
En todas las fachadas observamos escudos de la ciudad y de la comunidad pintados en los mármoles que forran sus paredes y gruesas columnas de piedra con volutas a media altura en lugar de en su capitel nos invitan a pasar en cada una de sus puertas, protegidas del sol con marquesinas de hierro forjado y vidrio translúcido que enmarcan los arcos de medio punto de piedra que coronan las columnas.
La puerta lateral sita en la calle Vieja de la Paja es también distinta, aquí cambiamos piedra por ladrillo visto. Y la fachada sita en la plaza del mercado es sin duda la fachada más fotografiable, con pequeñas tiendas adosadas al pie del mercado, son paradas artesanales con sus tendales amarillos a juego con los mármoles amarillos y azules que cercan el mercado y una gran escalinata para acceder al interior del recinto comercial.
En el interior, aparte de observar la cúpula central (con decoración a base de naranjas y ramas de naranjo dibujadas al fresco) y la cúpula de la pescadería podemos entretenernos en estudiar la composición del edificio en sí, apoyado en columnas de hierro que se elevan desde los laterales hasta el centro a lo largo de todo el mercado formando un esqueleto de hierro rígido que recuerda a toda encaballada de un edificio de planta grande en construcción. Siguiendo con el símil del esqueleto podríamos decir que entre cada costilla del techo entra luz solar a raudales por los grandes ventanales de que dispone en paredes y techo.
Es un edificio enorme, por superficies y además de mucha altura y perfectamente iluminado y por ello no nos agobiamos en él aun estando abarrotado de gente entre turistas y clientes, contrariamente a lo que sucede por ejemplo en La Boquería, donde el reducido espacio y la poca iluminación me producen unas ganas irrefrenables de salir corriendo.
Su vida, su gente
El Mercado Central de Valencia es también parte de la historia de la ciudad y un lugar donde reencontrarse con amigos, conocidos… porque los vendedores de cada uno de los puestos que veremos acaban siendo amigos y los clientes habituales conocidos nuestros. El ambiente del mercado, aparte del turístico con los grupos de extranjeros, con la boca abierta, haciendo fotos por doquier, es un ambiente de calle de barrio porque tanto los vendedores como los clientes lo son «de tota la vida».
Añadir, claro está, la profesionalidad de todos los vendedores y su simpatía. Siempre están dispuestos a explicarte qué es o para qué puede servir un producto, o darte una receta o explicarte puntos de cocción o cómo hacen tal o cual embutido. También siempre dispuestos a agradar a los turistas, posar para una foto o permitir que alguien se acerque a hacérsela aunque no vaya a comprar.
En el Mercado Central, además, podemos encontrarnos todo tipo de actos o eventos especiales: desde una procesión de la Mare de Deu dels Desamparats hasta una muestra de ópera, un concierto de jazz o de música de banda, celebraciones especiales en Navidad o en Fallas y algún evento peculiar que organize el propio Mercado así que, además de por las cuestiones habituales de los mercados puedes encontrarte sorpresas agradables.
Durante el mes de Mayo encontramos el Mercado especialmente lleno de turistas ávidos de fotografiar, pues se habilita una especie de altar en un cruce de calles para poner una cruz formada por flores en honor al mes más primaveral, también en la plaza del mercado en frente de la Lonja de la Seda, de hecho en el mes de las flores encontramos cruces florales por todas las grandes plazas de la ciudad, la más grande y que más “yuyu” me dio, como no, en la puerta del Ayuntamiento, y es que a una las cruces le dan repelus pero ya sabéis que “_Valencia, es la tierra de las flores, de la luz y del amor_” como reza la canción más oída en Fallas.
Qué podemos encontrar en el Mercado Central
El Mercado Central de Valencia es también una muestra de productos, regionales y ahora también internacionales. Es un auténtico placer ver los puestos de frutas y verduras, los de toda la vida, con el producto siempre ordenado, esos puestos coloridos que tanto llaman la atención de los turistas. Además las grandes paradas de embutidos y fiambres, quesos, aves y carnes, algunas de reconocidísimo prestigio en Valencia, en las que encontramos los mejores productos de los mejores productores. Qué decir de las pequeñas paradas con especias, su color, su aroma que impregna toda esa zona. El Mercado Central también es un recinto de aromas, no sólo los colores te llamarán la atención sino, según por donde vayas pasando, los aromas te irán llevando a momentos inolvidables.
Trato aparte tiene la zona del pescado. La pescadería del Mercado Central es una de las mayores del mundo al por menor. En ella, ordenadamente, encontraremos todo tipo de paradas de pescado en plan general o paradas muy especializadas. Los pescados de la playa que salieron anoche mismo del mar, mariscos que aún están vivos, los puestos de anguilas que se contonean por allí. Paradas de pescado tradicional o mariscos del norte, de todo encontrarás en este mercado. Fuera del pescado pero de esta índole tenemos una buena cantidad y calidad de paradas con salazones y encurtidos (aceitunas, anchoas, sardinas, mojama, bacalao…) delicioso todo.
Ahora, desde hace cierto tiempo, podremos encontrar puestos internacionales de platos preparados con productos de diferentes lugares del mundo. En ellos encontrarás platos preparados italianos, griegos, franceses, árabes… también hay alguno con platos preparados «de aquí». También tenemos un par de hornos/pastelería y unos cuantos magníficos puestos de frutos secos y derivados.
¿Merece la pena visitar el Mercado Central de Valencia?
Es un edificio a visitar, es imperdonable visitar Valencia sin pasar por «El Mercat» (bueno, si vienes en domingo está cerrado). Hay que visitarlo por dentro y por fuera. La lástima por fuera es que están haciendo una parada de metro al lado de una de las fachadas y hay zonas descuidadas y poco visibles pero la puerta principal, todo el lateral de la Plaça del Mercat o la puerta de la Av. del Oeste se pueden ver y disfrutar. También mirar hacia arriba, a sus cúpulas, a sus acabados, a las veletas (que marcan qué producto se vende bajo de cada cúpula), vidrieras, mosaicos… Luego cruzar la calle y admirar La Lonja que también es ineludible.
Si queremos visitarlo en pleno funcionamiento debemos ir por la mañana, como ya he dicho sobre las 11.30. Por la tarde todos los puestos están cerrados, el mercado está abierto creo recordar, pero claro, pierde su encanto.
Para concluir, os recomiendo que visitéis el Mercado Central, tanto si vivís en Valencia para poder comprar sus productos o simplemente ver su estructura arquitectónica, que no tiene desperdicio, pues muchas veces estamos tan acostumbrados a verla que no nos damos cuenta de que es una maravilla. Para los turistas, recomendaría que lo visitaran, porque, y otra vez me repito, no tiene desperdicio. En él vamos a encontrar buenos productos, no demasiado caros, con garantía de frescura y calidad, además de poder contemplar el ambiente y todo el complejo arquitectónico. Sin duda, una buena compra en un muy buen lugar.
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