Si Sevilla tiene su Giralda como torre emblemática, Valencia tiene 2- sin contar las de Serranos y las de Quart- que simbolizan el centro histórico y la esencia de la propia ciudad y que no son otras que la Torre del Micalet y la de Santa Catalina situadas, casi, una enfrente de la otra y que, popularmente, la gente de Valencia les ha adjudicado un noviazgo eterno puesto que Santa Catalina es conocida popularmente como la novia del Micalet pero es algo más.
Hasta hace unos años, pese a ser uno de los edificios más emblemáticos e importantes de la ciudad, estaba bastante olvidado – no tanto como la Iglesia de los Santos Juanes pero poco le faltaba- Pese a la insistencia del Párroco de la misma advirtiendo a Consellería y Ayuntamiento del peligro de derrumbe de la Torre no se hacía nada, de ahí el aspecto sucio y deteriorado que presentaba.
Afortunadamente, desde hace uno o dos años, parece que a la Consellería se le cruzaron los cables y decidió emprender las obras de restauración que han descubierto cosas importantísimas en la misma.
El edificio consta de 2 partes bien diferenciadas. Por un lado tenemos la Iglesia que es de estilo Gótico valenciano así como una de las Iglesias más antiguas de la ciudad puesto que la construcción de la misma se remonta a la Conquista de la ciudad por parte de Jaume I allá por 1238.
La Iglesia es de tres naves con capillas laterales, bóveda de crucería y girola con capillas. Si la Iglesia es bella, su Torre no se queda atrás.
La Torre Campanario es de estilo Barroco, se empezó a construir en 1783- por lo que es más correcto decir Barroco tardío- y su arquitecto fue Juan Bautista Viñes. Tiene una planta octogonal de influencia puramente francesa, del Languedoc, pero sólo tiene 6 lados en lugar de 8 como sería lo lógico.
En la parte superior, donde están las campanas, se aprecian unas columnillas salomónicas. Hasta hace poco, el remate final lo formaban los típicos azulejos de color azul marino que rematan la mayoría de las Iglesias valencianas, sin embargo las obras de restauración dejaron al descubierto algo realmente sorprendente.
El remate final, la bovedilla, presentaba una decoración hecha en ladrillo similar a la que tienen las Iglesias de Zamora lo cual ha llevado a pensar que, originalmente como otros muchos edificios, la Torre no sería Barroca si no Gótica. Esta decoración «zamorana» se ha dejado quitando los azulejos y ha sido un gran acierto.
Poco a poco, Santa Catalina está recuperando su esplendor de antaño. Es uno de los edificios más hermosos de Valencia, si vas a visitarlo te aconsejo que entres por ella bajando por la calle de La Paz puesto que se enmarca perfectamente en la perspectiva de la misma, apareciendo al final como si fuese su remate.
La Iglesia de Santa Catalina da entrada al Barri del Mercat otro de los emblemáticos de la ciudad y, junto a la Catedral, Palau de la Genralitat y La Lonja, es el eje principal del casco antiguo de la ciudad.
Tras la visita a la torre, te recomiendo que hagas una paradita en la famosa Chocolatería que lleva su nombre y disfrutes de una de la tazas de chocolate más buenas de Valencia, ¡cómo no! acompañada por unos deliciosos buñuelos que para algo Fallas están a la vuelta de la esquina.
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