Semana Grande de San Sebastián

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Hacia tiempo que no viajaba y la verdad es que la espera ha merecido la pena. Ayer regresé de pasar una semana grande en San Sebastián. Grande por muchos motivos. Fundamentalmente por la ilusión con la que he ido y he regresado. Disfrutar de unos días con mi pareja, sea donde sea ya es maravilloso. En principio el caso era pasar unos días juntos, como yo no tenía la fortuna de conocer Donostia, Pedro me concedió este deseo.

Cuando se hizo la reserva no teníamos en mente que coincidía nuestra semana con la Semana Grande sobre todo por la facilidad en encontrar hotel. Fue una suerte.

Sabía, había oido, estaba al tanto de la extraordinaria fama de esta ciudad y conocerla ha sido maravilloso. No me ha defraudado nada de lo que había oído y leído. Extraordinaria ciudad con tremendo encanto adornada con la amabilidad de sus gentes.

La Semana Grande es para vivirla de muchas maneras, hay para todos: niños, jóvenes, parejas, personas mayores. Cada uno elige dentro de un extensísimo programa lo que le gusta y desde luego hay cosas que gustan a tod@s sin distinción.

Yo me limitaré a hablaros de aquello que he vivido.

Hemos dedicado muchas horas a pasear por la festiva ciudad, por un paseo marítimo precioso hasta llegar hasta el puerto de pescadores ocupado de pequeños restaurantes con el encanto típico del ambiente pesquero, donde además puedes comer extraordinariamente bien y a un precio muy asequible. Nosotros comimos en el que se denomina Igeldo, con un servicio estupendo y una comida rica, rica. Las sardinas fresquísimas y muy finas y el txitxarro como ellos mismos denominan «cojonudo», preparado con unas suaves guindillas. Para coger sitio en uno de estos sitios has de tener suerte, la fama les precede.

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El casco viejo, con sus tabernas de pintxos, sus tiendecitas y la gente disfrutando de las fiestas. Todas las tardes en la plaza de la Constitución el festival folclórico Eskola euskal dantza taldea amenizaba el centro con sus bailes y la música de los txistularis.

Es habitual cruzarte con las txarangas que van por las calles haciendo alarde de sus buenas artes musicales, dando colorido y animando cada rinconcito de la ciudad.

Un sinfín de magos, mimos, humoristas, músicos étnicos plagan el Boulevard de gente que se detiene si prisas, con relajo. Se respira un ambiente de descanso, desaparece el estrés, tan sólo camina y te recreas de todo aquello que ves, que admiras.

Peques con sus papis en la tómbola y en los cacharritos, parejas de enamorados cogidas de la mano paseando, jovencitos que se preparan para la marcha nocturna, personas mayores que salen a empaparse de la fiesta con ilusión y alegría. Todo un placer para los sentidos saber apreciar lo que te encuentras.

Siempre hay quien quiere amargar la fiesta con violencia y malos rollos, pero apenas de percibe mal ambiente pues la organización es magnífica y todo queda en simples amagos de entristecer el contexto.

Curiosa es la travesía a nado en la que participan unas 400 personas. En poco más de media hora los súper nadadores salen de la playa de Zurriola hasta la playa de la Concha dónde les espera la tan merecida recompensa de un trofeo que guardarán con orgullo hasta el siguiente año.

De sopetón y sin esperarlo, una noche tras una estupenda cena en el Bernardo Etxea, de camino a tomar una copilla nos encontramos con los Toros de fuego. Divertidísimo. Dado que es desalmado hacer que un ser vivo sufra con la diversión de los demás, en este caso toros de mentirijillas (chavales con un divertido disfraz de toro) con los cuernos adornados de bengalas recorren el Boulevard detrás de niños y mayores. Verdaderamente divertido porque los chavales hacen que resulte muy emocionante y simpático.

Los gigantes y cabezudos también tienen su gracia. Cada día inundan las callejuelas con su enorme tamaño, sus pasos al ritmo de la música y los mamporros que te atizan los cabezudos cuando pasan por tu lado, que es más ruido que el daño que te hacen. Los chavales se lo pasan bomba provocando el batacazo que sin duda se llevan.

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Qué decir de los fuegos artificiales…… Toda una exhibición de expertos pirotécnicos que compiten en un concurso internacional a la par que con su esmero nos recrean la vista. Cada noche de la Semana Grande a las 22,45 desde el paseo marítimo, la ciudad se ilumina con las formas brillantes que dibuja esta maravillosa manera de usar la pólvora. Ojalá se dedicara sólo a estas cosas.

Nosotros hemos querido vivir la fiesta en la calle, la espontaneidad de cada momento, pero sin duda hay actividades dignas de entretener en cada instante del día. Desde corridas de toros en Illumbe, obras de teatro, conciertos de consagrados artistas (Bebe, Revolver, Chambao, etc).

La zona donde se dan los mejores conciertos de la Semana Grande está en Sagües o en Gros que es donde está la otra playa de San Sebastián donde está el Kursaal. También se celebran conciertos en otras zonas de Donosti (Plaza de la Trinidad, Plaza Zuloaga, Peine de los Vientos, Reyes Católicos) pero los más importantes son aquí. Todos empiezan a las 23:30, justo después de los Fuegos Artificiales, y se llenan de gente, aunque la verdad como digo hay gente por todas partes.

También hay Festaras en las Sociedades gastronómicas típicas donostiarras, carreras de caballos en el hipódromo, competiciones deportivas al aire libre, concursos de baile, etc, etc…. Una Semana Grande grande que se hace corta a pesar de que te faltarán horas al día para empatarte de ella.

Todo esto y mucho más te espera en la Semana Grande Donostiarra.

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