Patio Chico

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Este fin de semana tocó ir a Salamanca, que ya lo echábamos de menos y mucho. Si lleváis un tiempo leyéndome seguro que ya me habréis oído en alguna ocasión que yo siento verdadera debilidad por esta ciudad, a la que por lo menos visito dos o tres veces al año. Una de ellas, sin falta, es en las fiestas de septiembre, en las que la ciudad además de sacar sus mejores galas, se llena de chiringuitos a lo largo y ancho de su centro histórico. Es genial ir año tras año y disfrutar del buen ambiente y los vinos, los toros, la fiesta…

Pero Salamanca es maravillosa en cualquier época, no solamente en fiestas. Siempre he ido a visitar esta ciudad, desde que era bien pequeña, luego de mayor en mi época universitaria cuando tenía amigos que estudiaban allí, y desde que vivo en Madrid suelo acercarme dos o tres veces al año para disfrutar de esta ciudad maravillosa.

Creo que han sido varias las ocasiones que os he hablado de Salamanca, y seguramente seguiré haciéndolo muchas veces más. Os hice una opinión sobre la ciudad en general, dos opiniones sobre los hoteles donde suelo alojarme, una opinión sobre un lugar que siempre está presente en mis visitas: el Huerto de Calixto y Melibea, sobre dos museos imprescindibles: La Casa Lis y el Museo de la Automoción.

Adoro Salamanca y todos sus rincones, llenos de historia y de pasiones olvidadas: pasear por sus calles entre las Catedrales, cruzar el Puente Romano, ir de cañas por Van Dyck, tomar un café en la Plaza Mayor y dejar volar la imaginación… Por eso os he hablado y os seguiré hablando de ella y de sus rincones. Y precisamente uno de los rincones más bonitos de todo el casco antiguo es el denominado Patio Viejo, un lugar conocido por muchos pero que sin embargo muchos otros no conocen ni visitan, pese a pasar a escasos metros de él.

Salamanca, ciudad monumental

Nadie duda de que Salamanca es efectivamente una de las ciudades más monumentales no sólo de España sino de todo el mundo. Declarada Patrimonio de la Humanidad tiene tantísimas historia bajo sus piedras que todo el casco histórico es digno de ver, cada una de sus calles y sus pequeños rincones. De la Salamanca romana nos queda como recuerdo y símbolo es precioso Puente Romano que da acceso a la ciudad y que nos proporciona una de las mejores imágenes de las dos Catedrales; un puente romano que es uno de los mejores conservados de todo el Imperio. De la Salamanca medieval nos queda su preciosa e intimista Catedral románica con esa espiritualidad única y sus iglesias cuyas campanas tañendo le proporcionan un auténtico canto a la ciudad vieja, así como el edificio de la Universidad, sin duda una de las más importantes y antiguas (junto con Bolonia) de toda la Vieja Europa.

Pero mi intención no es haceros una opinión completa de toda la ciudad de Salamanca, la hice en su día aunque fue de mis primeras opiniones y quizá debería completarla. Pero además es que podría hablar de Salamanca durante días y noches sin fin. Se puede hablar de la ciudad en sí, de cada uno de sus principales edificios y monumentos (que son muchísimos y muy importantes todos ellos), de sus pequeños rincones, sus restaurantes, sus bares para ir de tapeo, sus sitios de marcha. En fin, que no acabaríamos nunca.

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Salamanca es una ciudad hecha a sí misma, con un inquebrantable espíritu castellano pero también dominada por siglos y siglos de cultura y millones de estudiantes que han recorrido sus calles y la han habitado, ampliando sus horizontes. Pero además Salamanca es una ciudad bellísima, llena de rincones plenos de historia y de encanto.

Es inevitable en un primer paseo por Salamanca visitar la Plaza Mayor, la Universidad, la Pontificia, la Casa de las Conchas, las dos Catedrales, el Puente Romano, El Convento de San Esteban (Los Dominicos) como sitios más famosos de la ciudad, sólo por nombrar unos cuantos, aunque hay muchísimos más. Pero también hay otros rincones quizá a priori menos conocidos que éstos pero no por ello menos plenos de encanto, tales como el Huerto de Calixto y Melibea, el parque de Ibarrola al otro lado del río, las propias márgenes del río Tormes llenos de vegetación y especies animales y El Patio Chico, del que precisamente hoy quisiera hablaros.

¿Qué es el Patio Chico? Un poco de historia

El Patio Chico es el patio trasero de las dos Catedrales de Salamanca. Esta ciudad es una de las pocas del mundo (yo al menos no conozco ninguna otra) que tiene el honor no de tener una sola Catedral sino de tener dos. La denominada de forma popular Catedral Vieja es en realidad la Catedral Románica, que comenzó a ser construida en el siglo XII y fue finalizada un siglo después, en el XIII. Cuando se empezó a edificar la Catedral Nueva, en el siglo XVI, la intención era demoler la Catedral Vieja. Sé que si lo hubiesen hecho yo no la hubiese conocido, por lo que no podría echarla de menos, pero en mi fuero interno me alegro muchísimo de que no lo hicieran.

La Catedral Vieja por fuera puede no ser especialmente bonita si la comparamos con la monumental Catedral Nueva, mucho más grande en altura y en ornamentación. Pero por dentro la Catedral románica goza de una espiritualidad y una belleza intrínsecas que para mí la convierte en una de las Catedrales más bonitas de toda España y de todo el mundo, un lugar que sorprende por su belleza inesperada. De hecho, la espiritualidad que rezuma no es típica de un templo católico sino de un templo oriental, ya que es un templo bonito, con luz, con un retablo sencillo y precioso, de paredes lisas de piedra rubia y en la que la belleza del lugar es compacta, sin pretensiones, y precisamente por ello absoluta.

Con la construcción de la Catedral Nueva solamente perdió el brazo norte del crucero y parte de la nave septentrional (lo cual es en sí mismo una gran pérdida pero teniendo en cuenta que el destino que le tenían reservado era destruirla, después de todo no estuvo tan mal), pero ganó una conexión con la otra Catedral, ya que subiendo a la parte superior podremos ver perfectamente la Catedral Nueva.

La idea inicial como os decía era demoler la Catedral Vieja al construir la Catedral Nueva, pero el milagro de que esto no se produjo se debió a que mientras se construía la Catedral Nueva decidió mantenerse en pie la antigua para que los ciudadanos pudieran continuar acudiendo a misa mientras se construía la nueva. Pero gracias al cielo, derribaron parte de la Catedral Vieja pero no al completo, y por ello podemos disfrutar ahora de ella. Sin embargo, al erigir la Catedral Nueva tan pegada a la Vieja tuvo como consecuencia por su parte trasera ese lugar tan especial y único en el mundo que es el Patio Chico.

Este lugar no es ni más ni menos que el nexo de unión de ambas Catedrales, desde donde puede observarse esa unión misma en forma de esquina entre los laterales posteriores de ambas, así como la gran torre y la especial Torre del Gallo, así como la Fachada posterior de la Catedral Nueva, una fachada devastada por las tropas francesas en la época de la ocupación y que se caracteriza por sus hornacinas vacías, que dos siglos después continúan así, quizá como recuerdo a uno de los episodios de nuestra historia nacional.

Ubicación

La parte delantera de las Catedrales es muy famosa, de hecho se encuentra en la ruta imprescindible que cualquier turista hace en Salamanca. Saliendo desde la Plaza Mayor se hace inevitable recorrer la calle principal del centro histórico, la Rúa, que une la maravillosa plaza porticada con el río y el Puente Romano, pasando al lado de monumentos tan representativos como la Casa de las Conchas y La Universidad Pontificia a mano derecha y un poco más adelante ambas catedrales y el Colegio Anaya a mano izquierda. Pero si recorres esa calle no conocerás el Patio Chico, que está en la parte posterior de ambas catedrales, y al que hay que ir expresamente.

Para ello basta con rodear las Catedrales, bien por la parte de arriba girando a la izquierda y rodeando la Catedral Nueva o bien por la parte de abajo en la que tendríamos que continuar toda la calle tras pasar ambas catedrales y coger la calle de la izquierda girando por el Archivo, la Casa de Lis y finalmente llegamos al Patio Chico.

Personalmente, y especialmente si es la primera vez que visitáis el Patio Chico, os recomiendo que vayáis por el camino más largo, rodeando la Catedral Vieja y pasando delante del Archivo y de la Casa de Lis (de paso os recomiendo que veáis este maravilloso museo, totalmente imprescindible y del que también escribí una opi en su día) ya que entraréis al Patio de frente, con uno de los grandes pórticos de la Catedral Nueva como horizonte.

Desde allí podéis contemplar la imagen más imponente de todo el Patio, os anexo una foto calentita, recién salida del horno de este mismo fin de semana. Si miramos hacia la izquierda veremos la parte trasera de la Catedral Vieja y la mejor vista de su famosa Torre del Gallo. La Torre del Gallo es el cimborrio de la Catedral Vieja, situada sobre el transepto y que se parece a la de la Catedral de Zamora. También os adjunto la foto para que la veáis.

Las impresiones del Patio Chico

No sabría explicar precisamente por qué, pero el Patio Chico tiene algo especial, difícil de explicar pero que sin duda se siente al pisarlo. La primera vez que uno se enfrenta a la impactante imagen del Patio Chico con la fachada posterior de la Catedral Nueva de frente y a la izquierda la Catedral Vieja y su Torre del Gallo siente una sensación a medio camino entre la fascinación, el desasosiego y la eternidad.

Sé que así dicho puede parecer que sufro brotes psicóticos cuanto menos, pero no sé si es la habitual soledad de este lugar, su magnanimidad, su silencio, la presencia de los cipreses que te recuerdan a los cementerios o la desolación de ver la fachada posterior sin las ornamentaciones de figuras humanas que ocuparon sus hornacinas hasta que fueron devastadas por los franceses.

Pero el Patio Chico tiene algo especial, una fuerte sensibilidad que tiene algo de espiritualidad, pero también de devastación y de tristeza, como un rincón separado del resto del mundo, aunque esté tan cerca. Porque precisamente el Patio Chico es eso, un lugar muy cercano a la Rua, por donde hay tanto tráfico de personas, es al fin y al cabo la parte posterior de la Catedral, pero siempre pasa desapercibido y a la vez resulta desconocido para muchos. Por eso, frente al bullicio que siempre lo rodea en todas las calles que lo circundan, en el Patio Chico siempre reina el silencio, apenas algún turista o un viajero inconformista que quiere descubrir los secretos escondidos de la ciudad que visita.

Quizá no sea el lugar más bonito de Salamanca, es posible también que si por falta de tiempo no lo visitas no te pierdas nada trascendente, o que si lo recorres sin más, sin fijarte en los detalles, sin cerrar los ojos y oír el silencio… si pasas sin más por él, probablemente lo único que te aporte sean un par de fotos para tu álbum de viaje. Pero como siempre, si no quieres ser turista sino un verdadero viajero y conocer profundamente la ciudad que visitas, tienes que pisar el Patio Chico y dejarte llenar de sensaciones.

Mi experiencia

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A mí me gusta especialmente este lugar, pero con ello no quiero haceros creer que es un sitio idílico, porque es posible que si tenéis esa idea en la cabeza os decepcione. Pero personalmente siempre me ha gustado este lugar, sobre todo por el hecho de estar en el corazón de una ciudad turística por excelencia y encontrarse en plena paz y silencio, casi siempre vacío y tan diferente del resto de la ciudad. Para mí es un lugar especial, un punto de las más visitados de nuestra ciudad, y es posible también que hayamos conocido el Patio Chico.

Otra de las cosas que me llamó la atención es que existe un bar con el nombre del Patio Chico, del que además los usuarios han escrito varias opiniones. De acuerdo con que ese bar es famoso en la ciudad y un lugar asiduo para universitarios y visitantes, pero me parecía casi de mal gusto que hubiese opiniones de ese bar y no del lugar físico del que toma su nombre.

Yo adoro Salamanca, como ya os he dicho en muchas ocasiones. Además de que parte de mi familia desciende de esa tierra, concretamente de Ciudad Rodrigo, es una ciudad a la que he visitado en varias ocasiones y a la que procuro volver asiduamente un par de veces al año, ya que su proximidad a Madrid me lo hace posible.

Es probablemente la ciudad que más me gusta de España, una ciudad monumental, preciosa, llena de historia y de vida, con muchísimo encanto, mucha marcha, donde se come muy bien (sobre todo ibéricos) y en la que siempre me siento como en mi propia casa.

Hay tantas cosas que ver y hacer en Salamanca que si me pusiera a hablar no acabaría nunca, y el Patio Chico es uno de esos lugares, que simplemente quería compartir con vosotros. Os recomiendo que vayáis a verlo si tenéis ocasión, pero sobre todo os recomiendo que visitéis esta bellísima ciudad que estoy segura de que os enamorará, que siempre acoge al viajero con sus brazos abiertos y una ciudad monumental, preciosa, que además tiene muchísima vida y que os gustará en todos los sentidos. Y si queréis conocer uno de sus lugares más silenciosos y llenos de paz, dirige tus pasos hacia el Patio Chico y regálate unos minutos allí.

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