Feria de día
¿Cómo es la Feria de día que se celebra en Salamanca? Te contamos cuáles son las mejores zonas de casetas y consejos para pedir rápido sin hacer colas.
Hablar de Salamanca es hablar de un lugar mágico, de piedra que guarda los secretos de la historia, de siglos de estudiantes que han tejido sus sueños entre sus paredes, de noches de vino, rosas y literatura, de una ciudad castellana con solera, de sangre de toros y luces de septiembre.
He ido tantas veces a Salamanca y amo tantísimo esta ciudad, que me resulta difícil condensar toda mi experiencia en una opinión. Porque Salamanca es un mundo aparte, una mezcla de ideas, arte, ideología y ese sabor a libertad que da la adolescencia y la juventud del estudiante salmantino. Porque para hablar de Salamanca hay que hablar de ciudad monumental, de museos, de arte, de gastronomía, de ambiente estudiantil, de fiesta, de bares, de sueños, de alegría…
Salamanca es la segunda ciudad en importancia de Castilla y León, después de Valladolid. Es la capital de una provincia que limita al norte con Zamora y Valladolid, al sur con Cáceres, al este con Ávila y al oeste con Portugal.
Su población censada es de aproximadamente 144.000 habitantes, aunque también hay que considerar una importante población flotante debido a su carácter universitario.
En Salamanca hay algo parecido a un aeropuerto, en realidad es la base aérea de Matacán (por cierto, este topónimo parece reflejar lo “bien” que siempre ha tratado el pueblo español a los animales) en la que Air Europa habilitó una pequeña terminal. Por el año 2000 aún había algunos vuelos, ahora no sé como estará la situación.
Yo fui en avión a Madrid, desde allí se puede llegar a Salamanca en tren o en autocar. El servicio de estos últimos lo gestiona la empresa Auto Res, y las salidas son desde la estación de Conde de Casal en Madrid. El servicio exprés (sin paradas) tarda poco más de 2 horas en completar el trayecto. La provincia está atravesada de noreste a suroeste por la carretera N-620, que está siendo desdoblada en autovía.
La distancia a Madrid es de 212 km, a Barcelona 680 km, a Sevilla 545 km y a Bilbao 454 km. Si venís en coche, estos son los diferentes accesos y trayectos a seguir:
En el territorio que hoy ocupa la provincia de Salamanca se asentaron como primeros pueblos conocidos los vetones y los vacceos, ambos de origen celta.
La ciudad ya existía como tal en el año 200 a.C, cuando fue sitiada y tomada por Aníbal; era conocida entonces como Helmántica. Durante la época visigoda fue sede episcopal y acuñaba moneda.
En el periodo musulmán, Salamanca entra en decadencia. Al conquistar los cristianos Toledo en el año 1085, se afianza la posesión de estos territorios. En el año 1102, el francés Raimundo de Borgoña –llamado el Conde Don Ramón- inicia la repoblación de la zona. Poco después se instalaron también los judíos en Salamanca. Se construyen entonces las murallas de la ciudad.
En el siglo XIII empiezan a instalarse órdenes religiosas en la ciudad, pero el hecho decisivo en la historia salmantina ocurre en 1218: el rey Alfonso IX concede nuevos fueros a la ciudad y funda el Estudio General de Derecho, germen de la afamada Universidad.
En el siglo XV se viven en Salamanca frecuentes disturbios a causa de luchas dinásticas, a la vez que se fundan los Colegios Mayores y Menores. El siglo siguiente es una época de esplendor artístico e intelectual, pero en el XVII Salamanca cae en la decadencia que afecta a toda España. Aún así, se construyen algunas de las obras más importantes del barroco español.
Ya en el XIX, la guerra de la Independencia y las desamortizaciones afectan seriamente al patrimonio salmantino. A principios del siglo XX destaca la figura de Miguel de Unamuno como Rector de la Universidad.
Durante la guerra civil, Franco estableció su cuartel general en el palacio episcopal. Hoy en día Salamanca es una ciudad que vive de su Universidad, fuente de ingresos para pequeños comerciantes, hosteleros y propietarios de pisos.
No tiene ninguna actividad industrial importante; la provincia es tradicionalmente agropecuaria, destacando la producción de embutidos en Gujuelo y de lentejas en La Armuña. El turismo, en sus vertientes cultural y rural, constituye otra importante fuente de ingresos.
Salamanca es conocida por casi todos como ciudad universitaria. De hecho su Universidad es una de las más antiguas de Europa, y me parece un lugar idóneo para comenzar nuestra ruta por la ciudad. En su fachada plateresca miles de turistas cada día buscan la famosa rana. Frente a la Universidad se encuentra el Patio Escuelas y ese centro universitario salmantino posee las paredes llenas de los Víctores (símbolo romano) de los recién licenciados que han acabado su carrera en esta ciudad durante siglos. Pero además de la Universidad de Salamanca en sí, la ciudad posee otra Universidad de carácter eclesiástico, la famosa Universidad Pontificia, cuyo edificio imponente se alza a un lado de la Rúa (calle principal de Salamanca), y justos enfrente de la famosa Casa de las Conchas.
La Rúa es el eje de comunicación entre la Plaza Mayor, auténtica joya salmantina y el río. A lo largo de ella se encuentran las dos Catedrales, la vieja y la nueva, así como la Facultad de Filología. Para mi gusto, la Catedral nueva no es tan bonita ni especial como lo es la vieja. La Catedral vieja tiene un encanto realmente único, yo no soy muy dada a elogiar iglesias pero ésta tiene algo especial. Además, ahora te dejan visitar las torres de la Catedral y ves la Catedral vieja desde el coro. Para ello se entra por la parte de abajo de la Catedral vieja, ya al final de la Rúa, donde empieza el descenso hacia el río.
En la zona del río se encuentran varios museos, desde la Casa de Lys, edificio modernista al estilo Gaudí que es sencillamente precioso, hasta el Museo del Automóvil. La verdad es que hace bastantes meses que no voy a Salamanca y sé que amenazaban con cerrar la Casa de Lys, espero que aún no lo hayan hecho, era un museo único, con una colección de objetos maravillosos y diferentes, desde muñecas hasta postales antiguas, pasando por joyas y sus famosas crisoelefantinas. El edificio en sí es sencillamente precioso, espectacular, con miles de cristales de colores al más puro estilo de la etapa modernista. Y justo al lado se encuentra la sede del archivo y la Logia masónica.
Bajando hacia el río nos encontramos de frente con el Puente Romano, desde el mismo se puede sacar una de las mejores fotos de Salamanca, con las torres de la Catedral al fondo. Un paraíso de piedra amarilla que al final del día el sol le da un toque cálido que sólo podrás contemplar en Salamanca, imprimiendo a los contornos de la piedra de una magia dorada. A ambos lados del río existen dos iglesias, la del lado de la ciudad es de estilo múdéjar, única en Salamanca. La del otro lado es menos bonita pero merece la pena atravesar el puente y darse un paseo, además frente a la iglesia existe un pequeño parquecito con troncos pintados por Ibarrola. También se pueden hacer fotos muy interesantes de este lugar.
Pero tras habernos ido hacia la periferia de la ciudad, debemos regresar al corazón de la misma. A su centro neurálgico, la Plaza Mayor, desde donde salen las principales arterias de la ciudad, las que van hacia la zona nueva, la calle Zamora y la calle Toro principalmente, y la zona que va al río, con la Rúa como arteria fundamental. Pero Salamanca también tiene otra calle importante, la Gran Vía, con soportales de arcadas, y al final de la misma El Convento de San Esteban, los Dominicos. Merece la pena una visita al recinto.
En Salamanca encontramos un variado repertorio de estilos arquitectónicos, desde arte romano hasta art deco, aunque el estilo que caracteriza a la ciudad es el renacentista, en concreto, el plateresco, siendo Salamanca la ciudad española más representativa de este estilo. Las características principales del estilo plateresco son:
A continuación resumiré los monumentos más importantes de la ciudad clasificados según la etapa a la que pertenecen:
Arte Romano:
Románico:
Gótico:
Renacimiento:
Barroco:
Art Deco:
Cabe destacar también un bonito rincón de Salamanca: El jardín de Calixto y Melibea, que evoca el lugar donde pudo tener lugar la obra «La Celestina». Cuenta la leyenda que Salamanca fue el escenario en el que Fernando de Rojas se basó para hacer su novela. Queda muy cerca de las catedrales.
Por otra parte además de los numerosos monumentos, en el centro de Salamanca podemos observar que todos los edificios (tiendas incluidas) tienen la fachada hecha de piedra de Villamayor que es característica de Salamanca y contribuye al encanto de esta ciudad.
Pero Salamanca, además de una ciudad cultural es una ciudad con mucha vida, un lugar lleno de alegría y con miles de cosas que hacer. Y sobre todo Salamanca arde en los bares, cientos de bares diferentes donde disfrutar de la noche, y además un montón de restaurantes donde poder degustar la tradicional y buenísima cocina salmantina; especialmente los embutidos, que son realmente maravillosos. Además, lo bueno que tiene esta ciudad es que hay locales para todos los gustos, colores y bolsillos. Si me permitís unos consejillos al respecto, hay lugares básicos que hay que visitar gastronómicamente hablando.
El primero de ellos, apto para todos los bolsillos, «El Bardo», justo frente a la Pontificia. Ponen dos menús muy económicos y buenísimos, uno vegetal y otro no. Además, las tablas de ibéricos en este sitio son famosísimas. Lo único que frecuentemente está hasta la bandera, así que paciencia, y al toro.
Muy cerca de allí, de camino a la Universidad está «El Mandala» con platos combinados famosísimos en toda Salamanca, también tiene especialidades en platos vegetarianos. Precios muy adsequibles.
«El Patio chico«, en una de las callejuelas perpendiculares a la bajada desde la Plaza Mayor hasta la Gran Vía, ponen pescaíto frito al más puro estilo andaluz, todo muy bien de precio, a base de raciones.
Para bolsillos ya mucho más curtidos existe un restaurante maravilloso en Salamanca, «El Pecado», pero eso sí muy caro. Es un restaurante pequeño, con muy buen gusto y muy buena fama. Muchos famosos acuden allí para disfrutar de una buena comida mientras visitan Salamanca. De hecho hay fotos de gente famosa como Pérez-Reverte o Almodóvar. Es un buen sitio, pero en Salamanca se come bien en muchos otros lugares y frecuentemente no tan caros.
En cuanto a los bares para tomarte una copa y disfrutar de la eterna noche salmantina tienes cientos donde elegir. Desde el «Tintín» en plena Rúa, pasando por el «Tiovivo» cerca de la Plaza Mayor, «El Capitán Haddock», en la calle Toro, o Zamota, no recuerdo. «La Posada de las ánimas» un poco más arriba de esa calle, en una plazuela a la derecha según subes. Os gustarán todo estos sitios, tienen un encanto especial y son lugares fantásticos para hablar y relajarte tomándote algo.
Pero una visita a Salamanca no puede terminar sin ir de tapas por su zona más famosa de tapeo, Van Dyck. Está en la zona alta de la ciudad, cuando acaba la zona monumental. Subiendo la calle Zamora hasta el final de la misma, y al dejar la iglesia redonda a la izquierda se sigue de frente hasta llegar a los cines Van Dyck. Las callejuelas de alrededor están llenas de bares donde tomarte una caña o un vinito acompañado de una suculenta tapa de chorizo, panceta o la inigualable costilla salmantina. Las ponen estupendas y el ambiente es magnífico. Eso sí, Salamanca no es el sitio para comer poco y adelgazar, si quieres disfrutar de Van Dyck tienes que hacerlo en toda regla.
Otra opción para conocer mejor Salamanca consiste en contratar alguno de los tours o actividades (alguno de ellos gratuitos) para conocer todos los secretos de la ciudad.
Salamanca es un gran sitio para todos los amantes del buen comer. Famosa por sus carnes y sus embutidos ibéricos.
Es muy típico de Salamanca el hornazo, que es una especie de empanada grande rellena de lomo y chorizo ibérico y huevo duro que podemos encontrar en la mayoría de pastelerías (Aunque yo recomiendo Gil). Esta muy bueno, realmente merece la pena probarlo.
Normalmente es tradición comerlo en Semana Santa, pero podemos encontrarlo en cualquier época del año.
Otro plato típico de Salamanca son las patatas meneás, que son como una especie de puré de patatas con pimentón que lleva por encima tropezones de tocino(Así dicho suena un poco basto, pero os aseguro que están buenísimas)
También está la chanfaina, que a mi no me gusta demasiado, pero que para quien le guste la sangre y las vísceras de cordero…
En cuanto a las fiestas, las fundamentales son las de San Mateo, en septiembre. Están francamente bien, la ciudad se llena de gente en todas las calles, disfrutando de los cientos de chiringuitos donde disfrutar de las fiestas salmantinas. En esos cientos de chiringuitos callejeros (y prometo que no exagero) encontraréis todo tipo de tapas, desde paella a las famosas costillas, pasando por setas, pizzas y la increíble morucha salmantina. Todo por un precio ridídulo, creo recordar que 1,50€ por caña y tapa incluida. Si Salamanca siempre es una fiesta, en esas fechas muchísimo más. Merece realmente la pena ir, uno se lo pasa fenomenal.
De otro lugar dije que no era nada recomendable visitarlo en invierno, pero de Salamanca digo todo lo contrario: hay que ir preferiblemente entre octubre y diciembre, es cuando más animada está la ciudad por razones obvias. A pesar del frío, que lo hace, aunque el año que yo estuve no fue excesivo (un día salí a la calle con un grado bajo cero; sin embargo pasé mucho más frío algunas semanas después con 8 sobre cero).
La famosa austeridad castellana se refleja en el carácter salmantino, muy correcto pero en principio poco dado a intimar más de lo necesario. De todos modos, uno se encuentra con muchos más forasteros que con salmantinos, incluso con muchos guiris que van a estudiar español.
Por el centro histórico de Salamanca uno puede moverse perfectamente a pie, es pequeño y abarcable, además es lo más recomendable dado que la mayoría de las calles son peatonales. Para desplazamientos algo más largo, los autobuses funcionan bastante bien y no son nada caros, además se pude adquirir un bonobús de 10 viajes que reduce el coste de cada uno a la mitad. Los venden en las oficinas de CajaDuero.
Me llamó la atención que en varias tiendas y pequeños supermercados no cobraran el perejil. A veces hasta me daba vergüenza, porque no iba sino a por eso…
Si necesitas usar un ordenador en Salamanca, o conectarte a intenet, no hay problema, hay muchos cibercafés. Es lo que pasa cuando hay tanta gente de fuera.
Y por último, el atractivo de Salamanca no termina en la ciudad, en la provincia hay muchos otros lugares interesantes (Sierra de Béjar, Las Batuecas, Ciudad Rodrigo, Las Arribes,…), pero esos son temas para otras opiniones.
Creo que únicamente me queda por hablar del alojamiento. La verdad es que la mayoría de las veces que he ido a Salamanca me he alojado en casa de unos amigos, pero conozco un par de hoteles que os puedo recomendar. Uno de ellos es el «Byblos», frente al hospital, muy cercano a la zona de la Casa de Unamuno y el Palacio de Monterrey, subiendo la calle hacia arriba, pasarás por la Pontificia y llegarás a la Rúa. El Otro el hotel «San Polo», al lado del río y muy cercano a la Gran Vía y el Convento de San Esteban. Es un hotel realmente precioso, si cogéis una buena oferta, no dejéis pasar la oportunidad.
Para que consigáis un hotel más barato en Salamanca, aquí os dejo un enlace con buenas ofertas.
Y antes de despedirme, perdón por el desorden, he de dejar constancia de oro sitio simbólico en Salamanca. Está al lado del Patio Chico, que es el patio que forman por su parte trasera las dos catedrales. Me refiero al Huerto de Calixto y Melibea, donde supuestamente está ambientada La Celestina. Es otro lugar con encanto, y por la noche una foto desde allí con la Catedral iluminada al fondo es una de las fotos preciosas a sacar en Salamanca.
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