Os voy a hablar de una de mis playas favoritas de Mallorca, para mi la más espectacular y la que siempre me ha llamado más la atención, y curiosamente, una de las menos conocidas, Cala Mesquida.
Contenido de la Guía
Dónde está Cala Mesquida
Cala Mesquida está situada en el municipio de Capdepera, al noroeste de la isla de Mallorca, es su parte más oriental. Para llegar desde Palma hay que coger la carretera de Manacor, y desde allí continuar hacia Artá, de allí a Capdepera, y en Capdepera seguir las indicaciones hacia Cala Mesquida. Unos 80 kilómetros desde Palma.
Por qué es diferente. La dunas
La playa de Cala Mesquida cuenta con un sistema dunar único en Mallorca, y si me permitís, en toda la parte occidental del mediterráneo. Montañas de entre 15 y metros de altura de arena rodean la parte posterior de esta playa, que se mantiene virgen, y que cuenta únicamente con un complejo hotelero en uno de sus márgenes.
Las dunas, esos montículos de arena que en las playas se forman tras la primera franja de arena que permanece llana junto al mar, y en los que aparece la vegetación típica de duna, es algo prácticamente desaparecido en nuestros arenales. Al igual que antiguamente mucha gente del interior moría sin haber visto el mar, hoy en día existe mucha gente que nunca ha visto una duna en una playa, por una razón muy simple: todos los paseos marítimos de cualquier playa urbanizada están construidos sobre ellas.
La urbanización masiva de la costa a partir de los años cincuenta acabó con ellas: al fin y al cabo la duna alejaba los edificios del mar, no eran útiles para colocar la toalla ,y nadie dio importancia a aquellas plantitas y a los bichitos que pululan por ellas.
No era muy conocida entonces la importancia de las dunas en la dinámica de costas. Dentro de que esta ciencia es muy compleja y el fenómeno en sí es bastante difícil de explicar, os dejo lo que hoy en día es una verdad sobradamente demostrada: la eliminación de las dunas de las playas hace que estas entren en regresión, es decir, comienzan a perder arena. Se la lleva el mar y el viento. En unos casos esta regresión es lenta, pero en otros es bastante rápida.
Y por eso hoy en día muchas de las playas del Mediterráneo necesitan ser «regeneradas» en invierno de cara a la llegada del verano turístico. Se extrae arena del fondo del mar y se vierte en la playa, con la antelación necesaria para que el sol la blanquee, y dé el pego en junio.
En la actualidad los pocos sistemas dunares que se conservan están protegidos y no se puede construir sobre ellos ni cerca de ellos. Así mismo, se ha de saber que no se han de pisar las plantas de duna, pues son parte de un ecosistema extremadamente frágil, y que la gente se pasee sobre ellas las elimina por completo. La vegetación consolida la duna, y si desaparece la vegetación la duna termina por desaparecer también.
Volviendo a Cala Mesquida, aquí no solo es que haya dunas. Es que son impresionantes por su tamaño y por su belleza y por su perfecta conservación. Más que una playa, al adentrase entre las dunas parece que te encuentras en un desierto, rodeado de arena por todas partes.
La Cala Mesquida y sus alrededores
La Cala está bastante abierta al mar. Tiene unos 800 metros de longitud, y tendrá unos 60 metros de arena llana antes del comienzo de las dunas. Para bajar hasta la playa hay una escalinata desde la urbanización de Cala Mesquida, situada en su margen izquierda, y hasta donde se puede llegar en coche.
En la margen derecha la cala está rodeada por las montañas de Son Jaumell, en estado natural, y recorrida por un sendero por el que se puede llegar a pie hasta Cala Agulla caminando entre pinares, una media hora. También se puede subir por este sendero a la Atalaya de Son Jaumell, solo si vais con botas y estáis un poco acostumbrados a subir montaña. Aquí arriba encontraremos los restos de una de las torres vigía que se usaban hace cientos de años como vigilancia de los ataques de los barcos piratas.
En verano hay un kiosko de helados y bebidas en la arena, y el complejo hotelero, de turismo casi exclusivamente alemán, abre entre mayo y octubre aproximadamente. El resto del año permanece cerrado, y la en la cala solo encontraréis excursionistas ocasionales.
Hay un pequeño rincón de la playa donde se practica el nudismo, junto a la margen derecha.
Junto a la Cala hay un centro de buceo, donde se puedes realizar los cursos PADI, y cuando hay oleaje hay quien practica el surf también.
Lo peor pero posible que os puede pasar en esta Cala es que lleguéis y os encontréis con el mar absolutamente embravecido y con la bandera roja ondeando. Esto es bastante frecuente, y no hay que tomárselo a broma. De hecho es una parte de la costa con bastante historial de ahogados. En verano entre tres y cuatro vigilantes de cruz roja se sitúan en la playa y si hay bandera roja no permiten bañarse al personal. Realmente la cala está totalmente a descubierto, y el mar pega muy fuerte en esta parte de la costa. Si llegáis y os encontráis con esto, no hay mucho problema: podéis explorar el entorno, y para bañaros coger el coche e iros a Canyamel, por ejemplo, que está muy cerca, y donde cuando hay bandera roja en Cala Mesquida, hay bandera verde en Canyamel, que queda al abrigo de estos vientos. Otra muy bonita playa, por cierto.
Si estáis alojados cerca de Palma, lo ideal es que si venís hasta aquí os hagáis la excursión completa, visitando Capdepera, preciosa villa interior con un conjunto histórico pequeño pero muy bien conservado, desde cuyo interior hay preciosas vistas de toda esta parte del litoral, y la ciudad de Artá, que también cuenta con muchos rincones con encanto.
Os tengo que advertir que en las fotos no se aprecia ni el encanto ni la dimensión real ni de la Cala ni de las dunas, no queda reflejado el encanto y la espectacularidad del lugar.
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