Hoy os quería dejar mi opinión sobre uno de los lugares, a mi juicio, más emblemáticos de Madrid. Se trata de los Jardines de Sabatini y del Campo del Moro.
Los Jardines de Sabatini se ubican en la fachada norte del Palacio Real, un proyecto que se gestó durante la II República. Lo primero que se advierte cuando entras en estas más de dos hectáreas de terreno, es la tranquilidad, el estar en un espacio verde en mitad de la ciudad, que ya para empezar, es todo un lujo.
La característica principal es la simetría, eso sin duda, y es que se trata de un jardín neoclásico, acorde al estilo del Palacio. Resulta tremendamente curioso, o al menos, a mí me parece destacable, comentaros que es una de las pocas obras cuyo nombre no corresponde a su creador, es decir, que Francisco Sabatini lo que hizo fueron las caballerizas que Carlos III realizó en el lugar en el que ahora se encuentran los jardines. Cuando se proclamó la II República, el Gobierno incautó los bienes del Patrimonio Real y cedió los edificios que estaban en este lugar al Ayuntamiento de Madrid para que construyese un parque público. Se realizó un concurso de ideas y el ganador fue Fernando Mercadal.
En ellos podremos encontrar gran cantidad de plantas, entre las que podemos destacar principalmente los setos de boj, los aligustres, cipreses, pinos, magnolios y arizónicas.
Los jardines están muy protegidos, ya que sólo se puede acceder a ellos en unos horarios determinados, de nueve de la mañana a ocho de la tarde en invierno (de octubre a abril), y de nueve de la mañana a nueve de la noche en verano (de mayo a septiembre). Aquí es donde pondré mi crítica, y es que muchas veces estás dando un paseo en verano y es una pena tener que irse cuando aún ni siquiera ha anochecido.
Es impresionante ver el estanque, sobre todo porque si te posicionas justo en el extremo, lo que podréis ver será la fachada del Palacio Real (para mi gusto una preciosidad), y a los lados de dicho estanque, unos elegantes abetos.
En otra de las partes de los jardines, lo más curioso es ver los pinos, ya que según he leído, se plantaron muy juntos, y al ir creciendo, se han ido haciendo su sitio, de modo que imaginaros las formas tan bonitas que hacen.
En la última de las zonas, que sirve como mirador, hace pequeños caminos formados por setos de boj y cedros.
Pero lo que más me llama la atención al pasear por estos jardines son las estatuas, es lo que nos denota que no estamos en un parque cualquiera, sino que se trata de reyes, que en un principio estaban destinadas a coronar el propio Palacio, pero que para que la estructura del edificio no soportara tanto peso, las pusieron en los jardines.
Se accede a ellos por la calle Bailén, siendo el metro más cercano el de la Plaza de España, y la entrada es gratuita, tal y como ocurre en el Campo del Moro, del que os hablaré a continuación. También los autobuses de la EMT (Empresa Municipal de Transportes de Madrid), con sus líneas 25, 39, 46, 68, 74, 75, 138 y 148.
Al Campo del Moro se accede por el Paseo de la Virgen del Puerto, y el acceso más cercano es Príncipe Pío. Está situado bajo el Palacio Real, en la fachada Este, tras el gran desnivel que daba fortaleza defensiva a las antiguas murallas madrileñas.
El horario es un poco más restringido que el de los Jardines de Sabatini, ya que éste podréis visitarlo en invierno de lunes a sábado de diez de la mañana a seis de la tarde y los domingos y festivos de nueve a seis, y en horario de verano de lunes a sábado de diez a ocho y los domingos y festivos de nueve a ocho.
Lo primero que llama la atención es su peculiar nombre, que se debe a que fue el lugar en el que se asentaron las primeras tropas almorávides que invadieron la ciudad, allá por el año 1100, aunque no se empezó a denominar así hasta el s.XIX.
Es, bajo mi punto de vista, uno de los jardines más bonitos que tenemos en Madrid, y parte de su encanto reside en que es un gran desconocido, incluso para muchos de los que vivimos aquí, y es que su acceso está algo retirado del típico paseo turístico. Es mucho más normal cuando se visita el Palacio, ver los Jardines de Sabatini, cuyo acceso es el mismo que para el Palacio, que no ir a Príncipe Pío a ver el Campo del Moro.
Fue Felipe IV quien mandó acondicionar el lugar, construyendo fuente y plantando, sobre todo, olmos. Durante el su reinado se utilizó principalmente como coto de caza menor. Con el reinado de Isabel II, se diseñó el parque, donde se instalaron las fuentes de Los Tritones (traída del Palacio de Aranjuez) y la de Las Conchas (procedente del Palacio de Boadilla). En la Regencia de María Cristina, se hicieron una serie de reformas, dando al parque, el aspecto que tiene en la actualidad.
En este caso, estamos ante un parque de estilo romántico, que sigue el estilo paisajista inglés (esto es lo que he leído porque os reconozco que no tengo mucha idea de los estilos en los jardines).
Lo mejor es perderse por los pequeños senderos que dan a la gran avenida principal en la que se encuentran las fuentes.
Me encanta ir a cualquiera de estos dos jardines en primavera o en verano, es una buena opción para soportar el calor de la capital. Tiene gran cantidad de sombras y es una maravilla poder alejarse del ruido.
Sin duda, es una visita obligada si venís de visita a Madrid, y por supuesto, si hay algún madrileño que aún no lo conoce, que no pierda tiempo en ir, que muchas veces nos olvidamos de que existen más parques además del Retiro. No es tan grande como el parque del Retiro pero sí es mucho más tranquilo. Mi madre siempre me cuenta que como vivía cerca de allí siempre pasaba por delante y era un lugar muy frecuentado por parejas jóvenes y por las “chachas” que cuidaban a los niños.
Bajo mi opinión personal los jardines son una maravilla, un pequeño vergel verde en medio del centro de Madrid. Da gusto sentarse en uno de sus bancos en primavera o en verano a disfrutar del canto de los pájaros o a leer u n libro o incluso tener una agradable charla con alguien. Los jardines de Sabatini están muy cuidados y muy limpios así que se disfruta mucho más de ellos.
s muy agradable pasear entre las fuentes y las plantas escuchando el sonido del agua para relajarse del bullicio del centro de Madrid. En fin, seguro que disfrutaréis de ellos tanto como yo.
Ya me contaréis si os animáis a visitarlos!
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