Cualquiera que haya visitado Lanzarote sabe que ignorar a César Manrique es tan imposible como poco recomendable, ya que su toque aparece en cada rincón de la isla, en cada lugar a visitar…
Después de las visitas obligadas en la isla (Jameos del agua, Mirador del Río, Timanfaya,… ) nos decidimos a visitar la Fundación César Manrique, sin estar muy convencidos, ya que no teníamos claro lo que íbamos a ver, pero afortunadamente nos decidimos, porque aquello es algo increíble…La fundación tiene su sede en Taro de Tahiche, en lo que fue la vivienda del artista, y si César Manrique es reconocido por su arte basado en la naturaleza, fusionado con ella, su casa no podía ser menos… cada estancia tiene su propia belleza, y el recorrido por la casa te hace abrir la boca una y otra vez ante la genialidad de ese hombre…
En la parte superior de la casa, hay grandes estancias, y una de ellas con un gran mirador que te hace sentirte en otro planeta… en esas estancias está expuesta la colección particular del artista que, pido mil disculpas a los amantes del arte, apenas si presté atención, porque el entorno me llamaba muchísimo más la atención que el contenido… más adelante, también se pueden contemplar bocetos del artista para sus «juguetes del viento», el diablillo de Timanfaya, el logotipo del Mirador del Río…En la parte inferior, cinco burbujas volcánicas unidas entre sí para formar la vivienda, para luego salir al jardín, a la luz, al agua…
Los alrededores son como si el mar que rodea lanzarte se hubiera petrificado por un momento. La casa, queda como una isla rodeada de olas que amenazan con cubrirla de un momento a otro.
Cada una de las habitaciones, salones o pasillos son los rincones de Lanzarote. Espacios donde se conjuga como en ningún otro sitio la naturaleza y la mano del hombre. Exquisita combinación de lo natural y lo artificial, de lo volcánico y lo humano, de lo oscuro y lo luminoso.
Se respira paz cuando caminas por la exposición, la misma paz que puedes disfrutar cuando paseas por el malpais o por las playas de arena rubia que cubren las calas de la zona norte.
Estoy segura de que habrá quien salga de allí arrepentido de haber «tirado» su dinero, pero yo una y mil veces iría y no me arrepentiría, porque cada paso por allí merece la pena, porque sientes la naturaleza en cada metro, y todo emana una paz increíble…
El espíritu de César se siente en todas partes, su mano se nota a cada paso, su energía se transmite en cada estancia de la casa, su buen hacer en los bocetos y obras inacabadas…. Mientras su casa se mantenga como está, él vivirá y mientras él viva en el recuerdo, Lanzarote sobrevivirá.
En fin, si piensas que para qué pagar por entrar en el Mirador del Río, si puedes ver las mismas vistas gratis (uno no paga por las vistas… pagas porque el propio Mirador ya lo vale..), pues no te diría que fueses a la Fundación, porque es probable que no te diga nada… pero si te ha encantado el Mirador del Río, los Jameos del Agua, el Monumento al Campesino … no lo dudes, la visita merece realmente la pena.
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