He decidido hablaros de un lugar precioso y que desde que vivo en Catalunya ya he visitado dos veces, el Monasterio de Sant Pere de Rodes.
Este monasterio está en la montaña Verdera, muy cerca del Cap de Creus, y está dentro de lo que es el término municipal de Port de la Selva.
Es uno de los puntos más bonitos de la Costa Brava norte. Se puede acceder desde Vilajuïga ó desde Selva de Mar; la primera carretera es más larga y menos empinada; la segunda al subir, en muy poco espacio, tiene pendientes más importantes.
Cuando llegas cerca de monasterio te encuentras con un aparcamiento aunque la carretera sigue un poco más, si sigues esa carretera con el coche encontrarás otro aparcamiento más pequeño donde te cobran un poco por dejar el coche, no puedo decir cuanto porque nosotros siempre hemos dejado el coche en el primer aparcamiento. Desde el segundo aparcamiento hay un paseito hasta el monasterio.
La entrada cuesta 3´50€, los jubilados no pagan nada, entras por lo que es una tiendita donde te dan un panfletito donde te explican un poco la historia del monasterio, lo tienen en varios idiomas, y te dicen también donde ponen un audiovisual y a que horas comienza, a partir de ahí puedes recorrer el monasterio a tu gusto.
Cuando nosotros entramos justo faltaban cinco minutos para que comenzara el audiovisual, un aviso, aunque hacía un día soleado con una temperatura súper agradable en la sala del audiovisual hace frío, además dura unos veinte minutos.
La sala esta del audiovisual es el antiguo refectorio (s.X-XI), o lo que es lo mismo, el comedor. En el audiovisual te explican como comenzó la construcción del monasterio, en realidad te lo va explicando el monasterio, que empezó en el siglo X y concluyó en el siglo XVIII, ya que según iban consiguiendo dinerillo iban mejorando lo que tenían y construyendo cosas nuevas, por eso el monasterio de Sant Pere de Rodes es tremendamente importante porque vivió el paso del prerrománico al románico.
También te va explicando como se fue convirtiendo en centro de la vida del pueblo de Santa Creu del que hoy en día solo quedan unos restos, y de cómo se fue haciendo cada vez más rico e importante, por eso estaba vigilado por el castillo de San Salvador, al que se puede subir por la montaña para ver sus restos.
Cuenta como los señores ricos iban dando dinero para construir o para que el monasterio se hiciera con bienes a cambio de que los monjes rezaran por ellos, vamos, que se iban comprando a plazos una parcelita en el Cielo, pero también existieron otros «grandes señores» que lo que hacían era apropiarse de esos bienes que el monasterio tenía, vamos, que llegaban y lo típico de «esto me lo adjudico yo a mi mismo», en aquella época el abad pidió ayuda al Papa y entonces el monasterio y sus bienes fueron respetados un poquito más.
Fue también un núcleo muy importante de la cultura, para que os hagáis una idea los monjes eran benedictinos, los mismos del libro «El nombre de la Rosa» de Humberto Eco más conocido por la película del mismo nombre e interpretada por Sean Connery, quienes hayáis leído el libro o visto la película podréis recordar la cantidad de libros que tenían en ese monasterio y que los monjes estaban muy dedicados a ellos, pues en Sant Pere de Rodes igual.
En el siglo XIV empezó un poco la decadencia, aunque se celebraron varios jubileos y eso llevó a muchos peregrinos al monasterio ya que aunque comenzara la decadencia aún tenía mucho prestigio, pero ya cuando empezaron las guerras que afectaron a Catalunya en los siglos XVII y XVIII comenzaron los saqueos al monasterio.
También influyó el hecho de que la gente del pueblo comenzó a emigrar buscando mejor vida y ahí ya la decadencia de monasterio no tubo freno, en poco tiempo tan solo quedaron ocho monjes que finalmente lo dejaron solo a su suerte.
Solo y abandonado fue expoliado y hasta ya entrado el siglo XX no le llamo la atención a alguien que comenzó a estudiar su historia. En 1930 fue declarado oficialmente Monumento Histórico y en 1935 comenzaron las obras de restauración.
Dentro del monasterio hay un restaurante, no sé como está por dentro, por fuera ni te enteras de que existe si no fuera porque ponen un atril con el menú para que la gente lo vea, no sé que tal es la comida, pero por lo que pude ver en el menú del día había 3 primeros y 3 segundos y el precio eran nueve euros y pico.
Las vistas desde el monasterio son excepcionales, una maravilla, os aseguro que valen realmente la pena.
En el interior del monasterio puedes moverte por casi todas partes en completa libertad, te puedes parar el tiempo que quieras, no hay restricción para hacer fotografías (yo me ventilé dos carretes y eso que era la segunda vez que estaba, que vicio con el disparador), advierto que hay unas escaleras metálicas de caracol que a mi particularmente me dieron un poco de vértigo y que suben por la torre del campanario, también hay un par de escaleras originales del monasterio que van a varias capillas pequeñas que tela para subirlas, pero es que ni os imagináis para bajarlas, yo no sé como los monjes podían subir y bajar por esas escaleras con los hábitos hasta los pies.
No te encuentras con cartelitos contándote lo que estás viendo, lo cual yo personalmente agradezco puesto que siempre me ha parecido que estropean un poco, además para saber lo que está viendo ya tienes el panfletito que te dieron a la entrada.
Y bueno, creo que lo he contado todo, ah, de vuelta al coche podéis hacerlo subiendo un poco por la montaña y así podréis conocer la iglesia de Santa Helena de Rodes, que era la iglesia del pueblo de Santa Creu, prerrománica y restaurada entre 1989 y 1991, aunque no se puede acceder al interior.
Una excursión que recomiendo al a todo aquel que le guste el arte prerrománico y románico, eso si, quien se maree con las curvas que vaya preparado.
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