Hace muchos años, cuando estaba en el colegio haciendo el bachillerato recuerdo que pasaba muchas veces por delante de la catedral vieja o iglesia de Santa Cruz, ya que vivía en la plaza de Candelaria y cogía el autobús escolar en la plaza de la Catedral. Muchos de esos días, los más soleados, volvía del colegio andando y la mayoría de ellos pasaba por delante de este monumento que siempre me ha apasionado.
Quizás dentro ya de mi interés artístico e histórico había sembrada la cimiente de la curiosidad y algunas veces me había asomado al patio que está junto a la iglesia y que era antiguamente la casa del párroco y también mi curiosidad me había llevado a entrar cuando estaba a la atención del público para asuntos de bodas o bautizos y me quedaba en aquel patio, maravilla del arte árabe que tardó en ser descubierto por los expertos como uno de los patios y casas de estilo árabe más cualificados de Andalucía.
Esa inmensa mole que da sus espaldas al mar, coronando la cúspide de ese promontorio que sobresale en medio del barrio del Pópulo, fue Catedral, es la Catedral vieja, ese templo donde fuimos bautizados todos aquellos que nacimos bajo su sombra y cerca de la otra Catedral (la nueva). Es curioso saber cómo Cádiz tiene dos catedrales; quizás porque su historia no puede guardarse en un solo templo.
Y doblando desde el Campo del Sur, después de pasar por La Nueva, nos quedamos mirando aquellas ruinas que han salido a la luz del día donde antes estaba la casa del Obispado.. ruinas magnas que son estudiadas bajo lupa de sabiduría porque no sólo entrañan misterios, sino que también nos desvelan como las civilizaciones que en Cádiz tomaron como base de su construcción la anterior en su historia: árabes, romanos y fenicios.. y nos enterramos en la tierra para saber más y más de esta ciudad trimilenaria.
A su lado te vigila la torre del Homenaje de la Iglesia de Santa Cruz, antigua Catedral de Cádiz y visita obligada para todos. No es fácil explicar como forma parte de mi vida. Fui bautizada en la misma pila bautismal que aún está en su capilla derecha; estuve con el colegio miles de veces en el mes de Mayo (mes de la flores y de María)… y las cofradías que aquí guardan sus Cristos maniatados o morimundos en la cruz y ese que está encerrado en una hurna de cristal con grabados de plata; plata que las gaditanas entregamos poco a poco con nuestras pequeñas pulseras y cadenas para que el Cristo muerto tuviese un lugar donde descansar eternamente.
Contenido de la Guía
Un poco de historia
Todo se respira como mezquita y curiosamente parte de ella se había utilizado para la construcción de esta catedral que popularmente llamamos vieja. La primitiva iglesia fue construida sobre sus cimientos y aprovechando parte de sus muros por orden de Alfonso X en 1263, que fue varias destruída, aunque se conserva de ella el arco del ingreso (entrada) y la bóveda gótica de la capilla donde fuí bautizada. Más tarde considerado como uno de los templos más grandes de la ciudad y bajo plano de Cristóbal de Rojas, se terminó en 1602 se le dio el título de Catedral, función que cumplió hasta 1838, cuando el nuevo templo fue construído, casi al lado de ella.
A pesar de todo, su enclave sigue siendo venerado en la ciudad, puesto que su situación junto al Teatro Romano, hace sospechar que bajo sus cimientos árabes, parte del mencionado teatro duerme de la luz del día.
Y bajando por la cuesta que viene desde el Campo del Sur, por adoquines redondos y traviesos que hacen que tus pies bailen al son que te marcan, puedes ver la torre emblemática que mira al mar, orgullosa y severa que data del siglo XIII; bajando la cuesta te encuentras la antigua puerta, hoy en día cerrada, por donde salían las más famosas cofradías de semana santa de Cádiz.
Una cuesta te hace subir hasta su puerta principal que también puedes bajar por una escalera lindeada por casas con escudos nobiliarios de procedencia veneciana. Eran los señores mercaderes que gustaban de estar cerca de las iglesias, quizás para pedir protección para sus mercancías, que cruzaban el mediterráneo y de cuya destreza en llegar a puerto dependía su fortuna. En medio de la cuesta y de la escalera está el más famoso pozo de la ciudad, que cuando subía la marea servía para proveer de agua para el lavado a las casas que muy cerca de él, formaban el barrio del Pópulo.
Recorrido por la Catedral Vieja de Cádiz
Ya entrando en la iglesia, por la puerta lateral, nos encontramos con un templo muy amplio, el crucero se cubre con una cúpula semiesférica entre barroco y neoclásico, con restos mozárabes en algunos detalles de sus más antiguos ornamentos. En la parte exterior, la cúpula está recubierta de azulejos de varios colores lo mismo que su campanario, que se encuentra a un lado de la iglesia. Las numerosas capillas que rodean al altar mayor, dan albergue a las estatuas más célebres de la semana santa gaditana y más que ninguna al Medinaceli, devoción de gran multitud de feligreses que hacen del primer día de cuaresma una auténtica fiesta popular en su besapiés.
Allí están también las tallas de las cofradías del Perdón, popular por su tardía salida en la madrugada del viernes santo; el santo entierro, en cuya urna de cristal, maravilla de la platería sevillana, recorre las calles de Cádiz el sábado santo y ya sentados en uno de sus bancos, podemos mirar el templo y admirarnos con sus dimensiones y su hermoso altar mayor que fue finalizado en 1692 y que ha sufrido varias restauraciones.
Pinturas no muy conocidas lo componen en una estupenda producción del barroco, con escenas religiosas de la vida de Jesús y de su Madre. Frente por frente a ese altar, esta la capilla de la Dolorosa, quizás delicadamente puesta allí para que contemple la imagen de su hijo con sus ojos empañados en lágrimas de dolor…
Antiguamente, los confesionarios eran múltiples y las largas esperas para pedir perdón por los pecados se hacían eternas. Esos confesionarios desaparecieron hace mucho, y recuerdo la gran admiración que despertaban en mí por su trabajo en madera y las enormes rejillas que separan al sacerdote de los penitentes, las mujeres, que nos poníamos ante ellas. Mientras que los hombres lo hacían cara a cara con el sacerdote.
Y si queremos rematar la visita podemos acceder desde el interior (con permiso previo) al edificio que antes se destinaba a vivienda del párroco, pero que en estudios recientes se observó ciertas estructuras arquitectónicas ya descubiertas por quienes tenemos la inquietud cultural en el cuerpo como un gusano que no cesa… allí había algo y en definitiva nos encontramos hoy con un conjunto de tres edificaciones de los siglos XV al XVI, su origen árabe nos deja maravillados y podemos verlo en estos momentos en todo su esplendor. Patio mudéjar y basamento se nos ofrece gustoso a todos aquellos que sabíamos el tesoro que escondía las paredes que profanaron tal hermosura y para colmo de bienes ahora con su total restauración, podemos admirar también el Museo Catedralicio que es uno de los tres mejores museos eclesiásticos de España.
Y después de la visita, cuando bajamos las escaleras, bien conservadas, gracias a restauraciones recientes, podemos mirar hacia atrás antes de meternos en el barrio popular y poder admirar por ultima vez el templo allá en lo alto…. hermoso y mudo testigo del arte del hombre.
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