Avergonzada estoy de confesar que siendo de Cádiz y viviendo en esta ciudad, que dicen es la más antigua de occidente, con sus más de 3.000 años de historia, hasta hoy mismo no había visitado el yacimiento arqueológico conocido como La Casa del Obispo, que tenemos en pleno centro histórico y que da muestras de esa antigüedad.
Pero como nunca es tarde si la dicha es buena, esta mañana le hemos puesto remedio a tan craso error y hemos recorrido el interior de esta casa. Sí, habéis leído bien, he hablado de yacimiento arqueológico y de interior de una casa, porque ahí es justo dónde se encuentra, dentro del edificio que conformó el Palacio Episcopal, entre las dos catedrales de Cádiz, la que conocemos como Catedral y la Antigua Catedral, actualmente llamada Iglesia de Santa Cruz, que al parecer también constituyó la Mezquita del escaso asentamiento musulmán que hubo en Cádiz.
Contenido de la Guía
Dónde está la Casa del Obispo de Cádiz
Como os he comentado, la Casa del Obispo se encuentra entre las dos Catedrales de Cádiz, exactamente en la Plaza Fray Félix. Podemos acceder a ella desde el Campo del Sur pasando por la cara lateral izquierda de la Catedral vieja, o desde la Plaza de la Catedral nueva, pasando por su ala derecha.
De una u otra forma llegaremos a una sencilla puerta, que incluso algunos turistas confunden con la de una tienda, y que da paso a una pequeña recepción que no presagia para nada la maravilla interior que descubriremos en el recorrido. En la recepción hay una vitrina con reproducciones de joyas, ánforas y otros enseres que se descubrieron en este yacimiento y que están a la venta.
Si venís desde la parte moderna de Cádiz sí que tendréis que usar algún transporte, pero en realidad, mi ciudad es más bien pequeña y todas las maravillas que tiene que ofrecer al turista se encuentran cercanas entre sí, para echar unos días, así que recomiendo hacer un paseo desde cualquier punto en el que estéis dentro del casco histórico para acercaros hasta el lugar del que os hablo.
Una historia de 3.000 años
Según mi niña, lo que veremos son muchas «piedras rotas». Sí, un auténtico yacimiento arqueológico que, en su recorrido de unos 1.500 metros cuadrados nos va a mostrar los distintos asentamientos y la evolución que hubo en la ciudad desde la época Fenicia hasta el S. XVIII de nuestra era. Y resulta espectacular poder observar como se fueron construyendo unos sobre otros, aprovechando restos de las culturas anteriores:
En la zona más profunda tenemos suelo púnico, primeras construcciones que datan del S VIII a.C. Pasamos a un conjunto funerario de la época fenicia (S VI a.C.). Existe un muro de 26 metros de longitud, el «Opus Africanum», que resulta único en Europa, construido intercalando bloques de piedra verticales y horizontales que evitaban el efecto dominó en caso de sufrir un golpe que provocase el derrumbe de alguna de sus partes.
A su alrededor fueron construyéndose templos romanos a los dioses Apolo (dios de la belleza), Esculapio (dios de la Medicina) e Hygia (diosa de la Salud, de ahí proviene lo de «higiene»). De ésta última diosa se conserva parte de uno de los muros del templo. Parece ser que fue utilizado como sanatorio y se conservan muchas de las cisternas. Incluso en alguna, se hallaron los restos de tortugas galápagos que introducían en ellas para que limpiasen el agua. También se conservan restos de las columnas que, sospechan, constituían un pasillo de entrada al templo.
Con la llegada musulmana, al parecer sirvió como casa para el Almuecín, ya que está justo al lado de la que fue la Mezquita, como ya os he comentado. De esa época se han encontrado ánforas que se utilizaban para almacenar alimentos.
Después pasó por una época de abandono hasta convertirse en el Palacio Episcopal en el S XVI, conservándose la estructura con establo, gallinero y almacén.
Realmente, durante el recorrido se ofrece una gran cantidad de información y de datos históricos acerca del lugar y de los restos hallados y conservados o, incluso, de los que los arqueólogos sospechan que había. Pero ciertamente es muy difícil recordarlo todo, así que os he hecho un breve resumen en el que espero no haber cometido ningún error grave.
Horario y precio
Actualización 18/04/2019: nos ha llegado información de que está cerrado de forma permanente pero consultad el horario actual para aseguraos.
Tiene un buen horario de apertura, ininterrumpido de 10:00 a 18:00 desde el 16 de septiembre al 14 de junio, y hasta las 20:00 el resto del año. Abren todos los días del año, a excepción de 25 de diciembre y 1 y 6 de enero, claro. El precio por ver esta maravilla, tan sólo 4 €, y los niños no pagan, aunque no os sé precisar hasta que edad es así.
Durante todo ese horario se ofrecen visitas guiadas cada tres cuartos de hora (10:00; 10:45; 11:30;…), que es más o menos lo que se tarda en hacer el recorrido con la guía, hasta media hora antes del cierre. Merece la pena hacerlo de ese modo porque resulta muy instructiva y, además, una vez finalizada, puedes permanecer echando un vistazo por tu cuenta el tiempo que desees, leyendo los paneles explicativos que están colocados en algunas de las salas o visionando los documentales que se exhiben en distintos monitores.
Mi experiencia
La mayor espectacularidad de la visita se reparte entre sus piedras y la forma en que está montada. Y es que el recorrido se hace sobre un suelo de cristal. No, no os asustéis, soporta hasta 2.000 Kg por centímetro cuadrado. Y os puedo asegurar que hay zonas que producen auténtico vértigo, porque bajo nuestros pies hay una altura considerable, es casi como caminar en el aire, una auténtica maravilla. Pero esa es una forma estupenda de observar el paso del tiempo estratificado en las profundas paredes. Resulta curioso ver con se engarzan unas construcciones sobre otras permitiendo el aprovechamiento de las anteriores, como ya os he dicho.
La tenue luz anaranjada da un aire de misterio a todo el recorrido que ayuda a trasladarnos en el tiempo mientras suena música suave para acompañarnos en este histórico paseo.
La guía da todo tipo de explicaciones a las preguntas de los visitantes, amable en todo momento, se explaya entre datos históricos y curiosidades mostrando todo su saber al respecto. Con sus palabras resulta muy fácil imaginar cómo vivían nuestro antepasados, aunque estos tengan muchos años. Una de los momentos más emocionantes se produce cuando te colocas sobre el suelo más antiguo: eriza el vello pensar que estás pisando 3.000 años de historia, frase que por aquí se repite mucho, pero que realmente se siente cuando te colocas sobre él.
Actualmente está en proyecto una segunda fase de otros 1.500 metros cuadrados que ampliarán la visita y que estoy deseando que se realice para volver por allí.
De modo que no puedo sino recomendar que visitéis este espectacular lugar, merece la pena verlo, aunque sean «piedras rotas».
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